El sargento (r) de la Policía, Gilberto Ávila Llano, padece hace casi 20 años párkinson.
El sargento (r) de la Policía, Gilberto Ávila Llano, padece hace casi 20 años párkinson.
/ Cortesía vía El Tiempo / GDA
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A escasos cuatro días de despedirse de este mundo, el sargento (r) de la Policía de , Gilberto Ávila Llano, mantiene en firme su decisión de recibir la en un hospital de Armenia. Para él será un descanso tras la dura lucha que ha tenido que librar durante 17 años contra el párkinson juvenil, que le fue diagnosticado cuando todavía era suboficial activo y al servicio de un grupo antinarcóticos en el sur del país.

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Varios de sus familiares llegaron hasta su residencia en zona rural de Salento, en Quindío, para la despedida del expolicía de 59 años. También arribaron varios miembros de la policía, un sacerdote y una trabajadora social de la institución para acompañarlo por unas horas mientras llega su momento de partir.

Ávila y su familia aseguran que su enfermedad se originó por el trabajo que realizó durante años asperjando con glifosato cientos de cultivos ilícitos en el departamento de Guaviare. El uniformado se desempeñaba en tierra verificando que se cumpliera con el objetivo de la fumigación y allí, según ellos, pudo inhalar en decenas de ocasiones esta sustancia que le habría causado su padecimiento.

“Nos tocaba cuidar el terreno para que los delincuentes no impactaran las avionetas y los helicópteros. El químico nos caía encima. Una vez terminaba la fumigación verificábamos que se hubiera hecho todo y seguíamos aspirando el glifosato. Es conocido mundialmente que algunos de estos químicos producen párkinson, no a todo el mundo, pero sí a los que son genéticamente propensos”, narró el expolicía.

Agregó que le atribuye todos sus males al glifosato, pues de un grupo de 25 policías que conformaban el comando jungla, tres padecen la misma enfermedad. “El párkinson se considera juvenil cuando se presenta antes de los 55 años, y casi siempre es por químicos, eso lo saben los científicos, no me lo inventé yo”.

El exsargento Ávila tenía solo 42 años cuando comenzó a presentar los síntomas y estaba próximo a cumplir su tiempo de servicio en la policía para pedir el retiro.

“Me detectaron la enfermedad cuando estaba activo todavía, en la policía no me quisieron reconocer la enfermedad a pesar de que la junta médica lo dijo. Me indemnizaron con 30 millones de pesos, es como darle un dulce a un niño para que no llore, se aprovecharon de mi ignorancia”, señaló.

Una de sus hermanas contó que los últimos años han sido una batalla contra la enfermedad y contra los efectos adversos que provocan algunos de los medicamentos que se usan para tratar este padecimiento.

“Tuvo varias crisis generadas por los mismos medicamentos y fueron terribles. Hace 6 años decidió volver a su tierra natal y se radicó en una finca, y había estado mejor, pero hace un año empezó a deteriorarse mucho, ya no pudo volver a hacer ejercicio, le cuesta hasta coger un vaso, cepillarse los dientes o hablar. Es la impotencia de no poder caminar ni hacer las cosas más elementales”, relató una de sus hermanas.

“Hubiera sido mejor que hubiera sido recolector de café, no estaría enfermo ni a punto de morir”, afirmó la mujer.

El sargento (r) de la policía y veedor de salud en Quindío, Carlos Arturo López, contó que la lucha de Ávila también se dio contra la Dirección de Sanidad de la Policía Nacional, que le negó varios procedimientos, como las dos cirugías que le tenían que realizar.

“Le negaron las cirugías, él interpuso una tutela y los abogados de Sanidad de la Policía apelaron la decisión del juez hasta que las ganó en segunda instancia. Su hermana, que es la persona que lo cuida, tenía que irse tardes enteras a autorizar los medicamentos y dejarlo solo, y pese a sus dificultades de movilidad y a que no tienen transporte, les ha tocado ir desde Salento a Armenia para citas y procedimientos”, dijo López.

Sus familiares también lamentaron la falta de apoyo por parte de la Policía Nacional, pues no obtuvo la pensión por invalidez y tuvo que pasar varios años soportando los síntomas hasta que cumplió el tiempo de retiro. Además, rechazaron que por su pensión solo está recibiendo el 70 por ciento del salario, mientras que si le hubieran aprobado su pensión por invalidez hubiera recibido el 100 por ciento.

“A mi tío le negaron la pensión por invalidez a pesar de que ya estaba diagnosticado con párkinson, que es una enfermedad que no tiene cura y no hay un tratamiento que anule los síntomas. En la historia clínica dice que hay una alta probabilidad que la enfermedad se haya generado por el glifosato, y además hay otros policías con los síntomas o incluso diagnosticados. Si ese químico acaba con ese tipo de plantas, no es extraño pensar en el daño que les ocasiona a las personas”, destacó Carlos Alberto Verján Ávila, sobrino del expolicía.

Gilberto Ávila Llano en compañía de su familia.
Gilberto Ávila Llano en compañía de su familia.
/ Cortesía vía El Tiempo / GDA

El joven relató que, aunque hace unos 5 años le realizaron dos cirugías para tratar de mejorar la condición de salud de su tío, estas no surtieron el efecto esperado.

“Desde hace unos meses venía considerando la posibilidad de solicitar la eutanasia y su historia clínica daba para que se la aprobaran como efectivamente ocurrió. Desde hace un año no pudo volver a hacer ejercicio y sabe que dentro de un año ya va a depender totalmente de alguien y eso es lo que él no quiere”, contó Verján Ávila.EL TIEMPO ha intentado obtener alguna respuesta por parte de la Dirección de Sanidad de la Policía Nacional para tener su versión sobre las denuncias que elevan el sargento (r) y su familia, sin embargo, aún no ha habido ninguna información.

El veedor de salud pidió que se investigue la incidencia del glifosato porque, en algunos países europeos, se ha demostrado que el uso de este químico atenta contra el sistema nervioso central.

“Gilberto también siente el dolor por el abandono de la institución en el tema de la salud. Hasta tuvo que interponer tutela para que lo operaran porque la policía impugnó la decisión de un juez y eso es para ahorrar dinero y esto es lo que él no quiere que se repita porque hay unos compañeros de él que también padecen la misma enfermedad”, dijo López.

Y agregó que “pedimos que el presidente Gustavo Petro y el Ministro de Salud, se sienten a dialogar con los veedores de la salud y que se intervenga el sistema de salud de la policía y se eviten estos sufrimientos a tantas familias, que mi sargento Ávila se vuelva un símbolo y no se usen más estos venenos en el país”.

Con la ayuda de la Defensoría del Pueblo, López interpondrá una acción popular por más de 100 casos de expolicías que padecen enfermedades y que no han sido atendidos.

Además, convocó a una cadena de oración el próximo lunes a las 10:00 de la mañana, mientras se realiza el procedimiento en un hospital del norte de la capital quindiana.

Por: Laura Sepúlveda / El Tiempo / GDA

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