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Juan Gonzalo Rose, a 40 años de su muerte: las duras declaraciones del poeta y los secretos revelados por su hermana
El poeta peruano Juan Gonzalo Rose (1927-1983) vivió 56 años y dejó para sus lectores una estela de verdadera poesía amorosa y humana, socialmente lúcida y plena. Hoy se cumplen 40 años exactamente de su partida y recordamos por ello su palabra desgarradora y el sorprendente testimonio que su hermana María Teresa dio a El Comercio en 2007, año en que el poeta hubiera cumplido 80 años.
Tres años antes de su muerte, en enero de 1980, Juan Gonzalo Rose declaró para El Comercio, luego de permanecer internado durante tres semanas -en diciembre de 1979- en el “Hospital del Empleado” (hoy Hospital Edgardo Rebagliati). Esa vez confesó que no se había alejado de la poesía, sino al revés, que ella se había alejado de él. Y no sabía por qué.
El poeta Rose, sanmarquino de Letras y autor conspicuo de la generación del 50, había escrito, además de su sensible poesía, algunos dramas, crónicas y columnas periodísticas como forma de sobrevivencia. Porque lo suyo, como artista de la palabra, era siempre la poesía. Y la poesía hecha canción fue otro oficio que experimentó desde 1971, junto a Víctor Merino y Diego Mariscal, con quienes musicalizó su poesía más reciente.
Pero todo había entrado en crisis en diciembre de 1979. No solo fue su paso por el hospital, sino también su doloroso alejamiento de la poesía. Ad portas 1980, el año del regreso de la democracia con el gobierno de Fernando Belaunde Terry (1980-1985), tras la dictadura militar (1968-1980), Rose había perdido el deseo de escribir poesía. Reconocía entonces que el amor y la lucha política lo habían distraído de ese campo que añoraba, que le hacía vivir.
JUAN GONZALO ROSE: CONFESIONES DE UN POETA SALVADO DE LA MUERTE
Fue muy duro escucharlo decir que no se estaba “autodestruyendo” sino “simplemente no me ayudo a vivir”. ¿Por qué, Juan Gonzalo?, fue inquirido por Mario Campos, de El Comercio: “Desde hace mucho tiempo soy viudo de la existencia misma. Pero yo no quisiera dar una imagen demasiada amarga, amigo”, contestó el poeta, casi disculpándose. (EC, 06/01/1980)
Curiosamente, en esa entrevista singular de enero de 1980, Juan Gonzalo Rose contó algo que no se sabía con exactitud hasta ese momento: la existencia de una hija del poeta. “Durante esos días en que estuve internado en el hospital, he pensado en tantísimas cosas, en mi madre, en mis hermanos, en mi hija”. ¿En su hija?, preguntó el periodista. Entonces lo dijo: “Sí, yo tengo una hija en México, que se llama Mafalda Rose Flores Huidobro. Recuerde que yo estuve ahí, deportado por Odría”. (EC, 06/01/1980)
¿Y cómo es su relación con ella? Contestó, tranquilo: “Nos escribimos. Últimamente nos tratamos como dos personas que se conocen, que se van conociendo. Ella tiene 23 años, es muy linda y trabaja como diseñadora de modas”. (EC, 06/01/1980)
Juan Gonzalo Rose parecía verdaderamente recuperado, incluso con un leve halo de esperanza en sus palabras. Renunciaba a una forma de la poesía, pero no a la idea de seguir creando con las palabras. Las canciones le parecían su salvación. Componer letra para canciones, valses, boleros, no sabía bien, solo eran canciones. “Creo más en el poder de la poesía cantada que de la contada (…). Creo en el futuro de la canción. Voy a seguir componiendo. Tengo una necesidad desesperada de seguir componiendo”. (EC, 06/01/1980)
Mario Campos redondeó la entrevista con una pregunta lapidaria: ¿Cómo quisiera ser recordado, Juan Gonzalo? Dijo: “Como un hombre triste al que le gustaba ser alegre”.
JUAN GONZALO ROSE: EL DIA DE SU MUERTE, UNA MADRUGADA DE ABRIL
Esa voz, su voz, se apagó el martes 12 de abril de 1983. Premio Nacional de Poesía 1958, Juan Gonzalo Rose murió a las cinco de la mañana de ese día, víctima de un “proceso bronconeumónico”, que terminó de acabar con su débil salud. (EC, 13/04/1983)
En la edición del 13 de abril de 1983 de El Comercio, el público peruano supo los detalles del lamentable episodio. Seis días antes, el 4 de abril, Juan Gonzalo llamó a su hermana María Teresa para decirle que se sentía mal, pero no quería ir al hospital.
Paco, su otro hermano, y María Teresa no le hicieron caso, lo internaron. En el Rebagliati les dijeron que tenía bronconeumonía. De emergencia pasó a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Allí el poeta sufrió muchos dolores y malestares, y nunca más salió de ese centro hospitalario.
La crítica literaria sobre el autor de “Canto desde lejos” (México, 1957), “Simple canción” (México, 1960; reeditado en 1972), “Las comarcas” (Lima, 1964), “Hallazgos y extravíos” (1968), antología personal, “Informe al Rey y otros libros secretos” (México, 1969), y otras recopilaciones de su obra poética, lo había encapsulado injustamente como el “cantor de la angustia”.
Pero Rose no era pura angustia ni rendía su canto exclusivo a ese estado anímico; él era un hombre vital, y entendía por supuesto que la angustia existencial era una visión del mundo, pero tenía en sí mismo la suficiente lucidez para salir de ella. Rose podía hallar en la vida cotidiana las metáforas y los símiles exactos, únicos, las figuras imprescindibles para dibujar un mundo propio. Esa era su forma de sobrevivir.
Los restos de Juan Gonzalo Rose fueron velados en el mismo Hospital Rebagliati, y por la tarde pasaron a ser velados en el Instituto Nacional de Cultura (INC). En el camino hacia el Cementerio El Ángel, en Barrios Altos, Cercado de Lima, se hizo una misa de cuerpo presente en la iglesia San Francisco.
MARÍA TERESA ROSE: LA ENTREVISTA REVELADORA A LA HERMANA DEL POETA
Muchos años después, en una entrevista para el suplemento El Dominical de El Comercio, el periodista y poeta Enrique Sánchez Hernani entrevistó en exclusiva a la hermana de Juan Gonzalo. María Teresa Rose estaba dispuesta a aclarar varios temas alrededor de su hermano.
La entrevista apareció dentro de un especial, publicado el 11 de abril de 2007. Allí la hermana del poeta nos dejó una visión menos dramática de Juan Gonzalo, menos angustiante como lo había descrito la crítica literaria en general, cuando todavía estaba con vida e incluso después. Era un mundo de clichés literarios el que lo rodeaba. María Teresa acabó con ello o, al menos, lo aclaró suficientemente.
Primero, Juan Gonzalo Rose no había nacido en Tacna, como se decía, sino en Lima: “No nació en Tacna, pero era tacneño cien por ciento. Él nace el año 27 en los Barrios Altos, por el Jardín Botánico. Pero vivió desde muy niño en Tacna. Hace toda su primaria allá y para la secundaria se viene a Lima, a vivir con mi abuelita paterna, a Magdalena, para estudiar en el colegio Claretiano”.
Segundo, su sentido de la justicia y la verdad no eran una pose: “De ese colegio {Claretiano} lo sacan porque uno de los padres claretianos habló una vez defendiendo a Francisco Franco y Juan Gonzalo lo refutó acusando al dictador de asesino. Tendría unos 15 o 16 años. No era que le interesase en ese momento la política sino que él conocía que Franco había matado a García Lorca y a él, que le gustaba la poesía, no le quedó otra cosa que defender al poeta asesinado”.
Tercero, Rose no era esencialmente un hombre triste, por más que él mismo a veces daba esa imagen, especialmente en los años finales de su vida, ya vencido por el alcohol: “Juan Gonzalo era el tipo más ocurrente y gracioso que se haya visto, lo que contradice la fama que le han hecho de triste. Era deportista; jugaba básquet en el colegio Claretiano y también fútbol. Hasta era bailarín. Sus amigos tienen muchas anécdotas con él. Él era muy abierto y alegre, le encantaban las fiestas, ponía apodos y se bromeaba con todos. Él era el alma de las reuniones”.
"La policía entraba a cada rato a nuestra casa a preguntar por Juan Gonzalo (…). Cada vez que había revueltas, allí estaba metido mi hermano"
Cuarto, no fue deportado por la dictadura de Manuel A. Odría; él se fue del país y llegó a México en 1948. Cuando quiso volver, allí sí, la dictadura odriísta lo impidió: “Él no se fue deportado sino que lo hizo por sus propios medios, aunque la policía siempre lo perseguía. La policía entraba a cada rato a nuestra casa a preguntar por Juan Gonzalo (…). Cada vez que había revueltas, allí estaba metido mi hermano. Cuando no lo dejan entrar al país, se queda en México con Gustavo Valcárcel, su esposa Violeta y su hija Rosina, a quien quería tanto porque fueron como su familia”.
Quinto, a Rose no solo le gustaba componer canciones, las cantaba también y antes de 1971, año en que entró a ese mundo de las composiciones: “¡Cantaba lindo! En Tacna hasta cantó en una radio. Me cuentan que por eso mi papá lo mandó a Lima, porque se metía a la radio a cantar, como mi mamá, que cantaba todos los tangos de Gardel. Eso escuchaba Juan Gonzalo de chico”.
Sexto, Juan Gonzalo Rose no murió de improviso, ahogado en alcohol, sino que lo venía consumiendo por años, fue un desgaste lento pero seguro: “Lo llevamos varias veces a la clínica, a que lo trataran. Creo que la pastilla que le daban, que le hacía rechazar el licor, le malogró el hígado y le produjo cirrosis. Porque Juan Gonzalo era muy fuerte, nunca se enfermaba”.
Sétimo, lo que declaró el poeta en 1980 a El Comercio, sobre una supuesta hija suya, era cierto: “Violeta Valcárcel me dijo que dejó una hija en México, pero él se sentía mantenido por su mamá. No tenía la economía para mantener una casa y ya se había acostumbrado a vivir con ella”.
A 40 años de su muerte, ese 12 de abril de 1983, lo que el Perú perdió aquella vez fue una auténtica sensibilidad artística, tan sublime como las verdades de su vida, que han hecho y harán seguramente de la figura de Juan Gonzalo Rose algo más humano de lo que imaginábamos.
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