Carlos Batalla

Como siempre, todo empezaba en Domingo de Ramos. Ese día, a las seis de la mañana no era exagerado decir que toda, toda la ciudad de Lima estaba despierta. El primer año del siglo XX así era. Y en cuestión de minutos, numerosos grupos de vecinos de los diversos barrios iban a buscar la “bendición de palmas” en los templos del Centro de Lima. Después de la misa y la bendición, nuevos grupos se iban a buscar más palmas en los mercados “cuyo precio dependía de las flores que simulaban curiosamente, adornadas con cintas de colores”. Pero nada era similar a los viernes de Semana Santa.

Contenido Sugerido

Contenido GEC