De formación abogado, Carlos Urroz es uno de los más renombrados gestores del ámbito cultural y artístico en España. (Foto: Alessandro Currarino)
De formación abogado, Carlos Urroz es uno de los más renombrados gestores del ámbito cultural y artístico en España. (Foto: Alessandro Currarino)
Enrique Planas

En el 2010 asumió la dirección de la feria . Suena un trabajo glamoroso, pero en verdad resultó al inicio una responsabilidad sumamente difícil. Ese año, a la ya dramática burbuja inmobiliaria se sumó la crisis de los bancos españoles, y la feria de arte contemporáneo más grande de España resintió el golpe de la recesión económica.

Carlos Urroz llegó para hacer cambios. Primero, adaptó el tamaño de la feria a la nueva realidad económica, reduciendo la convocatoria a las galerías de mayor calidad. Luego dio otro golpe de timón al dirigir la mirada a Latinoamérica, territorio un tanto olvidado, sea por la fascinación que generaba entonces el arte asiático o porque la feria Art Basel Miami Beach parecía haberse adueñado de los territorios por debajo del Río Grande. Entendiendo que Latinoamérica era el aliado natural de ARCOmadrid, Urroz empezó a implementar secciones de Solo Proyects con artistas de la región, e invitó luego a delegaciones artísticas de Colombia en el 2015 y Argentina en el 2017.

Ahora le toca al Perú. Que nuestros artistas y galeristas se encuentren en ARCO es un reto y una gran oportunidad, pues la feria madrileña entrega al país invitado 600 m2 de exposición (el stand convencional de una galería mide 40), acompañado de la más potente plataforma mediática. Así, los 23 artistas peruanos convocados tendrán una visibilidad muy importante que no solo podría traducirse en ventas, sino también en proyectos futuros con instituciones y museos europeos.

Luego de anunciar oficialmente la participación del Perú en ARCOmadrid ante las autoridades locales y españolas, de visitar Palacio de Gobierno y acompañar a los reyes de España, Urroz pudo en noviembre estirar las piernas y recorrer las galerías del circuito Art Lima Gallery Weekend. Para este gestor cultural madrileño, iniciativas como estas resultan muy positivas, pues permiten llevar el formato de la feria a la ciudad. "A veces, las galerías pueden ser sitios intimidatorios. Abres la puerta y encuentras a una persona pegada a un ordenador que no te dirige la palabra", admite. "Se trata de un proyecto que permite a la gente descubrir nuevas galerías, y recorrerlas como una práctica cotidiana. Le deseo un gran éxito a Art Lima. Estamos muy agradecidos con ellos, pues nos han ayudado muchísimo en la gestión y en el diálogo con el Ministerio de Cultura", añade Urroz.

— En una entrevista pasada decías que la feria ARCOmadrid busca artistas "emergentes y sexys". ¿Qué encuentras sexy en el arte contemporáneo peruano?
[Ríe] Lo sexy es encontrar lo que pueda excitar al público de ARCO, así de literal. No se trata de tener los nombres más conocidos o los más vendedores, sino que, a través de la investigación de los comisarios, buscamos artistas que estén en el momento más interesante. Es la excitación que te produce el descubrimiento.

(Foto: Agencia)
(Foto: Agencia)

— ¿Y qué artistas peruanos te parecen más sexys?
¡Todos los que están en ARCO! [ríe]. En eso no tengo preferencias. Sharon Lerner es una estupenda comisaria y ha hecho una ajustada selección de artistas de distintas edades, que viven en distintos lugares y tienen distintos lenguajes, pero que representan lo que hay.

— ¿En el concierto de la feria ARCO, Perú está tocando una nota distinta?
Pienso que sí. Por eso es bonito que las exposiciones que se van a presentar en Madrid empiecen con la arqueología y que presenten también el arte amazónico. Perú tiene una muy importante riqueza cultural e histórica. Y eso, sin ser literal, aparece en las obras de sus artistas.

— ¿Cómo evalúas las experiencias de otros países invitados como Colombia y Argentina?
Superpositivas. Mucha gente no conocía lo que se hace en Colombia, siendo un país tan grande. Después de ARCO, hubo por lo menos seis exposiciones importantes de artistas colombianos en museos españoles, con artistas como Carlos Sánchez Londoño, Beatriz González, Doris Salcedo y Carlos Motta.

— ¿Y antes de ARCO, Botero era el único conocido?
Así es. Ahora tienen otra visibilidad. Igual sucedió con los artistas argentinos. Eso es lo que esperamos: que la feria no sea simplemente una cita de una semana, sino que marque el inicio de una serie de relaciones entre galerías, museos y artistas, no solo españoles, sino también europeos. A ARCO llegan más de 150 directores de museos y de bienales del mundo.

— ¿Qué esperas de la delegación peruana?
Que tanto el público de Madrid como los asistentes profesionales de ARCO conozcan algo más la escena peruana, que por la distancia geográfica no es tan fácil conocer. Todo el desarrollo de exposiciones que habrá, desde la cultura Nasca hasta la obra de Armando Andrade Tudela, ofrecerá un curso intensivo de arte peruano en una semana en Madrid. Ese es el objetivo: dar a conocer la escena, aunque sea de una manera limitada, de la producción artística del país invitado. El desarrollo que se está haciendo de las exposiciones será muy positivo.

— El objetivo de una feria es vender obras de arte, pero también ser un medidor de tendencias. ¿Qué es lo que hace a ARCO una feria distinta en cada edición?
El país invitado, las secciones comisariadas, los diálogos entre artistas y curadores. Copiar el modelo de las tendencias de moda, que cambian cada seis meses, está mal. La verdad es que de un año al otro no pasan grandes cosas.

— En un país tan tenso políticamente como España, ¿es posible evitar que ARCO se convierta en escenario de esos conflictos?
ARCO debe ser un lugar de celebración del arte. Los artistas hablan del mundo que los rodea: de migración, de problemas territoriales, del racismo, de identidad de género. ARCO tiene que ser un sitio para la diversidad y el diálogo, donde no debe haber esa crispación.

— ¿Como director de ARCO siempre tienes que mantener una actitud zen para moverte en un mundo que cambia continuamente?
[Ríe] No soy zen todos los días, pero lo intento.

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