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Llega a su última jornada la actual edición de Art Lima. Para los expertos, la experiencia de ARCOmadrid encontró eco en la feria limeña.
Enrique Planas

Que un presidente inaugure una feria internacional del libro o de arte contemporáneo era algo difícil de ver. La presencia de nuestra mayor autoridad significa mucho más que un gesto para las cámaras. Se trata, más bien, de una reorientación de las políticas públicas: un notable avance hacia la institucionalidad de la promoción de las artes en el país. La directora de Art Lima, Rochi del Castillo, sabe que aún quedan muchas tareas pendientes, pues durante años un joven Ministerio de Cultura se dedicó primeramente a la recuperación y conservación del patrimonio cultural, mientras que la promoción de la creación contemporánea recayó en manos privadas. Empero, hoy se aprecian las intenciones del Estado en sumarse a estos esfuerzos. El mismo presidente Vizcarra lo señalaba en la inauguración de la feria el miércoles pasado: “Ante momentos de crisis y de complicaciones políticas, muchas veces lo primero que se recorta es la cultura. Y eso no se puede hacer”.

“Antes los presidentes no consideraban eventos como este dentro de sus agendas. Hoy su presencia es muy importante. Significa la idea de que estamos entendiendo que el arte contemporáneo es el patrimonio del futuro”, señala la directora de Art Lima citando las palabras de Ana Tomé, directora de la Fundación Museo Reina Sofía e invitada en esta edición.

Para el crítico Jorge Villacorta, se percibe en la actual edición de Art Lima más atención, esmero y dedicación. “Lo que vi me llenó más el ojo que la edición anterior. Se aprecia un rebote temprano de lo que hizo el Perú en ARCOmadrid. Es como si hubiera habido una inyección de adrenalina, como si hubiera habido más esmero en elegir obras y en armar stands”, señala.

—Ojo a las tendencias—
Este año, los senderos de Art Lima han desembocado en reconfortantes sorpresas. Quizás la más importante haya sido un sutil reposicionamiento del llamado arte popular, que por fin entra a la feria reconocido como una creación tan contemporánea como la de cualquier artista de escuela. Y ello se aprecia no solo por la presencia de los retablos del icónico Joaquín López Antay en el ‘booth’ del Ministerio de Cultura, sino especialmente de creadores como Primitivo, Valeriana y Venuca Evanán, quienes exponen sus tablas de Sarhua en el stand de la galería Ginsberg. Para Santiago Alfaro, sociólogo y experto en políticas culturales, se trata de una situación revolucionaria, que disuelve de una manera muy concreta las fronteras entre arte y artesanía. “Se han insertado las tablas de Sarhua en el circuito comercial de las artes visuales y se reivindica con ello una creación de origen tradicional como un proceso creativo contemporáneo. Se consolida así la valoración del arte de origen andino y amazónico, fomentado tanto por el sector privado como por el Estado. Eso tiene el mayor significado para alcanzar una mayor justicia creativa”, destaca. 

También los maestros del arte moderno han tenido una fuerte presencia en la edición de este año. Coleccionistas propensos a apostar por lo seguro han tenido la oportunidad de adquirir piezas del venezolano Carlos Cruz-Diez, el colombiano Fernando Botero o el ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. Sin embargo, una presencia que ha acompañado el recorrido de los miles de visitantes ha sido la del desaparecido Fernando de Szyszlo, prodigado en diversas galerías. “Las obras de Szyszlo están presentes en la feria a través de galerías peruanas, chilenas y colombianas. Gracias a ello, podemos ver las diferentes etapas del maestro. Szyszlo es uno de los artistas más queridos, y las galerías han apostado por mostrar los diferentes períodos de su trabajo”, señala Del Castillo.

Asimismo, grandes exponentes del arte latinoamericano han aterrizado en la Escuela Superior de Guerra del Ejército en Chorrillos. Muchos venezolanos: desde los artistas jóvenes Alberto Sánchez y Luis Arroyo, hasta íconos del país llanero como Pedro Morales, Jesús Soto y Carlos Cruz-Diez. De Cuba, presencia fundamental es la de Dagoberto Rodríguez, miembro del colectivo Los Carpinteros, que presentó una obra que vincula brillantes ideales revolucionarios con los cromados mascarones de los característicos autos estadounidenses que llevan circulando más de 60 años en las calles de La Habana.
Otra presencia esperada era la del artista estadounidense Otto Berchem, que presenta en la feria una poderosa serie creada a partir de su residencia en Trujillo y Túcume, además de presentar un Solo Proyect en la galería Revolver. Su invitación a participar forma parte de las intenciones de la feria para que artistas de otras nacionalidades trabajen temas peruanos con especial compromiso.

Entre los artistas peruanos, la galería de Henrique Faría hizo posible un importante reencuentro con la obra de Enrique ‘Coco’ Bedoya. “El Perú es un país con muchas cosas por descubrir. Y, sin embargo, veo cierto desdén de las élites a profundizar. Pierden su tiempo en lo superfluo”, señala Faría, galerista, coleccionista y periodista venezolano, quien sigue la obra del artista limeño desde sus audaces performances a fines de los años 70, colocando avisos para solicitar mecenas en las páginas del diario El Comercio. Con un humor muy particular, la obra de Bedoya nos muestra un país dividido, apelando al costumbrismo, al abstraccionismo geométrico, al informalismo y al conceptualismo. Sus cuadros implican el mundo prehispánico y el de la colonización, lo blanco y lo indio. De intensa crítica social, hablan también de la preservación de las costumbres y el cuidado por la historia.

Otra característica visible en la feria ha sido la posibilidad de aglutinar a los diversos museos de la ciudad, no solo en actividades paralelas y complementarias, sino en el interior de Art Lima, compartiendo con el público sus colecciones, actividades y servicios. Para la directora de la feria, se trata de algo fundamental: “Se ha tejido un ‘networking’ interesante. Ojalá se pueda instituir luego una asociación de museos que los conecte a todos. Todos han hecho un esfuerzo para abrir sus puertas y vincularse”.

—Entusiasmo público—
Si bien resulta temprano para trazar proyecciones de visitantes, los organizadores de Art Lima esperan superar cifras de ediciones pasadas. Un indicador de ello, por ejemplo, es la presencia de público desde horas tempranas.

Otro indicador nos lo ofrece Carlo Reyes, director de la Fundación BBVA Continental, que presentó un sorprendente recorrido virtual del Museo de Arte Precolombino de Cusco. “Estamos sumamente satisfechos, pues la respuesta ha excedido nuestras expectativas. Esperábamos tener unas 50 personas por día, y en las dos primeras jornadas fueron 500 personas las que experimentaron el recorrido virtual. Es una manera distinta de poder promocionar el museo en el público local”, señala Reyes.

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