¿Cómo le fue a Marsh en el 2024? En la primera mitad del año la economía no fue auspiciosa. En la segunda mitad se vio una recuperación y esto también suele acompañar a la industria de seguros.
Al principio del año preveíamos un Fenómeno del Niño mucho más fuerte. Nos veníamos preparando para atender lo que se vivió con el ciclón Yaku en el 2023, como algo que probablemente iba a volver a ocurrir. Ante eso hicimos muchas actividades de prevención con los clientes. Lo bueno que no pasó absolutamente nada en ese orden de envergadura es que la prevención queda.
Cuando empiezas a hacer una gestión de riesgos, vas mejorando la manera en la que los puedes enfrentar, porque al final de cuentas el riesgo es algo que te termina golpeando de alguna manera. Pero la preparación y la manera en la cual la cultura nos permite hacer que estemos más preparados, ante esa incertidumbre nos ayuda a enfrentar lo incierto de una mejor manera. Vimos que ya hubo rebote en muchas de las industrias que venimos atendiendo. El empleo viene rebotando y la actividad viene teniendo esa dinámica que mencionas: para la segunda mitad viene augurando, cada vez más, previsiones al alza del crecimiento económico.
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Por ende, también jala el crecimiento de la industria para la cual trabajo, que es gestión de riesgos. Como tal, vemos que el año está rematando con un dinamismo mayor. Entonces, en ese sentido del asesoramiento que le venimos brindando a los clientes, cada vez más vienen en consonancia con esa necesidad de ver cómo enfrentan nuevos proyectos y la contratación de nuevas personas, que también ayuda a esta dinámica de que el empleo se dinamice.
¿Cuántos clientes adicionales sumaron en el servicio de asesoría?
Actualmente, como Marsh McLennan, tenemos dos fuentes de ingreso: todo lo que tiene que ver con la gestión de riesgos y lo que tiene que ver con la consultoría. Lo combinamos mucho, porque eso nos ayuda a tener una visión integral de riesgos. Te diría que 10% de nuestro ingreso hoy por hoy lo hacemos en consultoría y el 90% lo hacemos en corretaje de seguro.
¿Ese 10% en consultoría ha ido creciendo en el tiempo?
Viene creciendo. Hace 5 años era 2% a 3%. Claramente le estamos dando mucho más énfasis, porque es mejor prevenir que lamentar. Todo lo que podamos hacer de carácter preventivo cuesta menos, perdura en el tiempo y tiene mayor generación de valor para los clientes, para las organizaciones y para las personas.
Por ejemplo, mantener un paciente sano a través de actividades de prevención es más fácil y cuesta menos para una organización. Levantar a un paciente enfermo, como pasó en la pandemia, te dificulta mantener la productividad de las compañías y mantener que todos los indicadores de ausentismo, de comorbilidades, todo lo que pueda afectar a las personas, mantenga a las organizaciones sanas.
Entonces, hacemos más énfasis en la prevención y en la labor consultiva que en la parte propiamente de la transferencia, porque eso se puede hacer y la dinámica de la transferencia siempre va a perseguir al crecimiento de la economía y el PBI también va a perseguir el crecimiento de nuestra industria. Si el PBI crecer del orden del 3,1%, puedo decir que esta economía va a ayudar a crecer a la industria cerca de dos a tres vez. Ponle que vamos a crecer un 7% a 8% en lo que corresponde gestión de riesgos, eso ayudará a que haya más penetración de seguros.
¿El crecimiento es en la industria?
Sí. Creo que si terminamos el año como lo esperamos, podemos coquetear con un 9% de crecimiento.
¿En servicio de consultoría?
En coterraje duro. Vamos a terminar intermediando cerca de US$1.000 millones de primas de seguro. Mal contado, eso es un 16% o 17% del tamaño de mercado. Pero también en la parte consultiva tenemos un nicho que cada vez más crece, porque hay muchos servicios que se pueden proveer y que no son transferibles, como ayudar en un levantamiento de una matriz de riesgos, cómo ayudar en una gestión de un plan de continuidad del negocio y en una continuidad de cadena de abastecimiento.
Por ejemplo, con el Puerto de Chancay, habrán muchas nuevas formas de intercambio comercial. Ante ello, van a haber nuevas necesidades sobre entender que se puede mantener la garantía de la cadena de abastecimientos.
También está el riesgo informático
Los riesgos ‘cyber’. Hemos tenido últimamente muchos temas de intrusiones y ante eso tenemos que prepararnos, porque hoy en día lo que termina pasando es que nos preparamos pensando que las soluciones de tecnología son las que nos van a garantizar cuidarnos de cualquier tipo de intrusión. Pero el 95% de todo lo que ocurre con una intrusión es generado por el factor humano.
Eso lo podemos ver a través de pruebas que podemos lanzar con nuestra firma de consultoría de Mercer. Podemos hacer pruebas orientadas a entender la casuística desde la persona. Con tu forma de ser, tu ADN y tu forma de trabajar puedes ser más propenso o no a permitir una intrusión tecnológica en la compañía, a través de tus acciones.
¿Ese es uno de los riesgos que ahora está preponderando en nivel de riesgo?
Sin lugar a dudas. Mira, el reporte de riesgo global que emitimos una vez al año con el Foro Económico Mundial lo tiene dentro del top 5 de amenazas. El número 1 para el 2024 es la desinformación y ‘misinformación’. Podemos crear mucha información hoy en día a través del uso de tecnología como la inteligencia artificial. Podemos generar una cantidad de elementos que pueden conducir a diferentes tipos de riesgos colaterales.
Todo eso está propagado por la alta disposición que tenemos de soluciones tecnológicas que hoy en día vivimos mucho más la vida a través de tecnología que hace cinco o diez años. Eso genera unos nuevos riesgos que tenemos que atender. Entonces, lo hacemos desde la parte de gestión de riesgo como tal y también desde la parte consultiva haciendo la gestión de la persona como tal.
Sobre el riesgo local, quiero ser enfático en la proximidad del proceso electoral en el Perú. ¿Suele ser un riesgo la incertidumbre que se genera?
Total. Lo podemos medir en el reporte de este año y probablemente puede salir en el reporte que emitiremos en enero de 2025. La fragilidad del sistema político evidentemente es un riesgo que siempre sale dentro de lo principales que tenemos que gestionar a nivel local, en conjunto con el riesgo de la actividad ilegal, la inseguridad que vivimos, como también de la inflación o la inestabilidad económica, que puede dar fruto de todo el cambio climático que estamos viviendo. Al final, creo que el país es lo suficientemente resiliente como para siempre encauzarse y buscar el trecho que permita encararlo de la mejor manera.
Hay mucho por gestionar. El aparato productivo del país está muy bien preparado para poder intentarlo. Está encarando esto desde el punto de vista de cómo mejorar cada vez más su productividad, cómo cumplir con el rol de generar bienestar y riqueza a través de la disminución de todos los indicadores de desigualdad, de generación del empleo, la propagación que para que haya más de este alcance a nivel regional, en las provincias, con la llegada de todo lo que puede generar el mejoramiento para las condiciones de vida, para la generación de crecimiento económico. Evidentemente, cómo hacerlo dentro de un entorno en el cual siempre habrá incertidumbre, porque esto es algo que no va a dejar de estar.
El tema es cómo lo atendemos de una forma que nos permita entender que eso, al estar, nos incomoda, pero dentro de esa incomodidad es donde vamos a generar el aprendizaje para salir adelante de lo que tenemos que hacer con respecto de, en el privado, seguir con nuestro proceso de inversión; en el sector público, en el gobierno, cómo fomentar la política pública que vaya de largo aliento para ayudar a que el país siga creciendo; y desde la sociedad civil donde podamos tirar del carro para sacar al país adelante.