Un carguero chino, el Yongsheng, partió el 8 de agosto del puerto local de Dalian con dirección a Rotterdam, en un viaje que China intenta por primera vez a través del Ártico, ruta que debido al cambio climático podría convertirse en habitual a mediados de siglo.
El barco, de 19.000 toneladas, espera llegar al puerto holandés en unos 35 días, en lugar de los 48 que requiere la ruta habitual, que enlaza Oriente y Occidente a través del océano Índico y el mar Mediterráneo con paso obligado por el canal de Suez.
Los expertos ven cada vez más inminente el momento en el que el calentamiento global permita que la ruta ártica esté totalmente abierta en verano sin ayuda de los rompehielos nucleares rusos.
China, gran potencia del tráfico de mercancías que tiene seis de los diez puertos con mayor actividad del mundo, es uno de los más interesados en explorarla. Con esta ruta ahorraría costos de combustible, escalas y las tasas de paso del canal de Suez, y obtendría mayor seguridad respecto a la piratería.
Rusia también apuesta fuerte por el paso del Ártico, ya que planea la construcción de varios puertos en su larga costa septentrional.
CHINA EN EL CONSEJO ÁRTICO El primer ministro chino, Li Keqiang, ya aseguró en 2011 cuando ocupaba el cargo de viceprimer ministro que China debe ir en la vanguardia de la exploración polar y oceánica, y el país presionó para lograr ser este año observador permanente del Consejo Ártico.
La organización fue fundada en 1996 para fomentar la cooperación en una zona con creciente potencial económico, no sólo por la nueva ruta marítima, sino por los recursos energéticos sin explorar que hay bajo sus aguas (se calcula que allí se almacena el 25% de las reservas mundiales de gas y petróleo).
Pese a las reticencias en años pasados para que China y otras naciones emergentes entraran como observadoras en el Consejo (formado por EE.UU., Canadá, Rusia, Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca e Islandia), el país asiático obtuvo dicho estatus en mayo.
Hay una evidente concienciación de políticos e investigadores chinos sobre las consideraciones estratégicas, políticas y económicas del deshielo del Ártico, señalaba la científica del Instituto de Investigación por la Paz de Estocolmo, Linda Jakobson, quien elaboró en 2011 un estudio sobre las consecuencias del efecto invernadero en el Polo Norte.
RUTAS DE COMERCIO En los últimos años, China no ha ocultado un acercamiento a los países nórdicos, especialmente Islandia, con la que firmó este año el primer tratado de libre comercio del gigante asiático con un país europeo.
O a Dinamarca y Finlandia, países que han recibido frecuentes visitas de los máximos dirigentes chinos, interesados, por ejemplo, en invertir en los ricos e inexplorados recursos mineros de Groenlandia.
Con el deshielo de la ruta ártica, trayectos habituales como el Shanghái-Hamburgo podrían reducirse en 6.000 kilómetros frente a los habituales, y los costes se abaratarían un 15%.
Pese al actual viaje del carguero Yongsheng, los observadores piensan que la ruta ártica aún no hace fuerte competencia a la que pasa por Suez (usada cada año por 17.000 buques), aunque los expertos cada año van adelantando la fecha en la que creen que lo hará.
Hace tres temporadas decían que por 2060, y ahora algunos lo adelantan incluso a 2030.