La radiación liberada por el accidente nuclear de Chernóbil de 1986 dejó su marca en los árboles de la zona.
Los peores efectos se registraron en los primeros años, pero los árboles sobrevivientes son más vulnerables a factores medioambientales como la sequía o los cambios de temperatura, según sugiere un estudio reciente.
El informe, publicado en la revista Trees, es el primero que se realiza a gran escala sobre el impacto medioambiental de la radiación y según sus conclusiones, los árboles jóvenes fueron los más afectados.
Nuestros resultados coinciden con estudios anteriores que estaban basados en muestras mucho más pequeñas, explica Tim Mousseau, investigador de la Universidad de Carolina del Sur, en Estados Unidos.
También coinciden con muchos estudios sobre el impacto genético en estos árboles, agrega Moussau, en conversación con la BBC.
Muchos de estos árboles muestran el crecimiento de formaciones nudosas anormales que reflejan los efectos de mutaciones y muerte de células como resultado de la exposición a la radiación.
Mousseau viene realizando estudios en el terreno desde 1999 en el área de exclusión de 30km alrededor del lugar de la explosión de 1986, y sostiene que esta es la primera vez que se realiza una investigación de esta magnitud: se analizaron más de 100 pinos silvestres en 12 localizaciones.
Hubo un estudio similar anterior, pero sólo abarcó un total de nueve árboles y se centraba más en la estructura de la madera que en su crecimiento, explica el investigador.
LOS PINOS DE FUKUSHIMA Para este trabajo se eligió el pino silvestre, una especie abundante en toda Europa y también presente en otras áreas de la región de Chernóbil.
También son muy utilizados para el cultivo de bosques y tienen un gran valor económico, añade Mousseau.
Estos árboles son un buen objeto de estudios de ecología de la radiación ya que presentan signos de haber recibido el impacto de la lluvia radiactiva.
De hecho, una de las primeras observaciones ecológicas en Chernóbil fue la muerte del llamado bosque rojo, formado por varios de estos pinos que murieron rápidamente y se volvieron rojos después del desastre.
Los tres anillos de estos árboles, además, son más fáciles de leer que los de otras especies presentes en la zona, como el abedul.
Los investigadores esperan ampliar esta investigación con trabajos similares en la región de Fukushima, en Japón, donde la explotación forestal tiene una considerable importancia económica y también hay pinos silvestres.
Según se desprende de limitadas observaciones en las regiones más contaminadas de la prefectura de Fukushima, no parece haberse producido una extinción de pinos como en Chernóbil, dice Mousseau.
Pero sí notamos la muerte de brotes y ramas en algunas áreas que sugieren que puede haber un impacto en el crecimiento. Habrá que seguir investigando, concluye el biólogo. Árboles