En una antigua plataforma de prueba de cohetes de la era de la Guerra Fría, una cuadrilla de obreros con cascos, chalecos luminosos y botas con puntas de acero empezó hace poco a recoger basura como parte de un enorme esfuerzo por retirar los vestigios de una fisión nuclear parcial ocurrida hace medio siglo.
Los herederos del caos tóxico tienen un plazo hasta 2017 para limpiar el complejo que se alza en un cerro en las afueras de Los Angeles, California, y dejarlo tal como estaba antes de que los desechos químicos y radiactivos penetraran el suelo y las napas de agua subterráneas.
Para los residentes que viven colina abajo del Laboratorio de Campo Santa Susana, ubicado a 48 kilómetros al noroeste del centro de Los Angeles, sería la conclusión de una larga lucha. Pero muchos se dicen insatisfechos porque una gran parte del terreno no será limpiado al máximo.
No me importa lo que demore, sólo quiero que quede limpio, afirmó Holly Huff, de 62 años, cuya familia se mudó a la zona un mes antes del accidente nuclear en 1959.
El proceso de descontaminación ha sido largo y costoso. Programada durante décadas, la tarea de limpieza se ha complicado por la red de propietarios y responsables del lugar de casi 1.175 hectáreas.
Ambientalistas y propietarios de viviendas se entusiasmaron hace tres años cuando el Departamento de Energía de la nación y la NASA accedieron a despejar sus parcelas para devolverlas a su estado natural.
LIMPIEZA Y RECUPERACIÓN Pero Boeing Co., propietaria de la mayor parte, optó por aplicar una limpieza convenida en un pacto del 2007 que requería un nivel de limpieza menos exigente. Boeing quiere transformar su sección en un parque y dice que hace más de lo necesario con miras a tal fin.
Queremos hacer planes y esa es nuestra misión. Queremos limpiar este lugar con rapidez y seguridad, afirmó el director del proyecto de Boeing, Art Lenox.
En julio, los trabajadores de Boeing comenzaron a tomar muestras del suelo, que eran colocadas en recipientes de acero inoxidable dentro de una nevera portátil, para su análisis posterior.
Y en el área de la fisión nuclear, otro equipo excavaba con palas para determinar la cantidad de sustancias orgánicas volátiles, metales pesados y otros posibles cancerígenos que pudieran haber quedado de la era nuclear.
Las tareas, que se anticipan continuarán hasta fin de año, son el preludio a los planes finales de las tres partes que deberían comenzar en 2016.
Estamos haciendo todo lo posible para cumplir el plazo al 2017. Estará ajustado, afirmó Mark Malinowski, del Departamento de Control de Sustancias Tóxicas de California, que supervisa la limpieza.
Mientras tanto, los reguladores estatales esperan que Boeing se comprometa a una limpieza más estricta apelando la decisión de un juez que apoyó a la compañía.