GONZALO GALARZA CERF
Llegó un día en que el legendario fotógrafo brasileño Sebastião Salgado empezó a sentirse enfermo: había registrado los mayores estados de violencia y brutalidad, miseria e injusticia durante décadas a lo largo del planeta. La carga –de miles de muertos ante sus ojos– se volvió un mal, un padecimiento. Entonces fue ver a un médico: le dijo que parara, que iba directo a la muerte. Al viajar a Brasil, la muerte lo seguía acechando: su padre le dio el terreno de lo que antes había sido el rancho familiar. Era un paisaje erosionado, destruido. Una herencia que sonaba a condena.
La salvación se asomó de la mano de su esposa Lélia Wanick. Ella, la misma que le regaló su primera cámara que lo llevó a la fotografía, lo alentó a reforestar la finca familiar. Ambos crearon el Instituto Terra y plantaron más de trescientas especies de diferentes árboles. Salgado pensó que no iban a crecer, que la muerte lo seguía acompañando. Había perdido toda fe en el futuro de la humanidad.
Pero el escenario empezó a cambiar, con el verdor de los árboles llegaron las aves, mariposas, escarabajos, flores tropicales… “Todo volvió, la vida estaba allí, siempre estuvo. Me dio otra esperanza”, ha dicho Salgado en un video hecho por la editorial Taschen que ha publicado este proyecto.
Lo que al inicio iba a ser un libro de protesta contra los abusos cometidos al planeta se fue transformando conforme volvía la vida silvestre a lo que un día fue la finca familiar, ahora transformada en parque nacional. “Génesis” es esa mirada del hombre que encontró la redención en la naturaleza, que se curó en los lugares más inhóspitos y alejados cargados de flora y fauna; un tributo a la Tierra en su estado más prístino, donde el hombre no ha llegado o si hay población humana, esta vive en armonía con su hábitat. “Quería estudiar cómo la humanidad y la naturaleza han coexistido durante mucho tiempo en lo que hoy en día llamamos ‘equilibrio ecológico’”, escribe en el libro.
Si bien la edición se presenta como una mirada al origen del planeta, también puede leerse como una plegaria de aquel que ha salido de las sombras para encontrar la luz; posee lo épico y espiritual de quien viaja, descubre y se maravilla con cada lugar, cada especie, cada persona y ritual. Y con cada imagen en blanco y negro: el libro cuenta con poco más de 500 páginas cuya impresión es otro tributo a la fotografía en sí misma. Este es un proyecto celebratorio de la vida, del esplendor de la naturaleza.
“Esta obra es la documentación de mi viaje, una oda visual a la majestuosidad y fragilidad de la Tierra. Aunque es también una advertencia de todo lo que corremos el riesgo de perder”, escribe Salgado como esperando la conversión de quienes atentan contra el planeta.
PERIPLO “Génesis” le tomó 10 años y 32 viajes en avión, barco, globo, camiones, mulas y escaladas. Casi todos los hizo con el guía de montaña Jacques Barthélemy; en algunos lo acompañaron su esposa y su hijo. Pese a las previsiones, cayó enfermo de malaria. Todo ese periplo aventurero queda desplegado en cinco capítulos en el libro: Los Confines del Sur, Santuarios, África, Las Tierras al Norte, La Amazonía y el Pantanal.
Son viajes oníricos: solo alcanzando los sueños uno vuela en globo y ve los volcanes de Kamchatka; o los imponentes icebergs en el Antártico; o anda en Papúa Nueva Guinea con los stone korowai, también conocidos como los “amables caníbales” porque cazan y se comen a los que consideran hechiceros; o aprecia rinocerontes negros, “muy amenazadores para fotografiarlos de cerca”.
A sus 69 años, Salgado ha acabado “Génesis” y la presenta como una puerta abierta a la naturaleza: aparecen una serie de animales, paisajes y etnias ante nuestros ojos que nunca –o casi nunca– hemos visto tan cerca; se adentra como quien viaja con el susurro de la muerte pero que al final abraza a la vida.