El Tribunal Supremo de Estados Unidos dictó hoy por unanimidad que los agricultores no pueden usar soya alterada genéticamente de la multinacional agrícola Monsanto para obtener nuevas semillas, dando así la razón al gigante estadounidense.

El caso se remonta al 2007, cuando la productora de transgénicos demandó a un granjero de Indiana al considerar que éste había violado su patente sobre las semillas de soya alteradas para resistir al herbicida Roundup, que la misma compañía fabrica.

Los compradores de semillas de soya de Monsanto deben firmar un contrato por el que se comprometen a no guardar las semillas que resulten de la cosecha, por lo que cada año están obligados a volver a comprarlas a la empresa.

VIOLACIÓN DE LA PATENTE Sin embargo, el granjero Vernon Hugh Bowman, de 75 años, decidió a principios de la década de 2000, adquirir soya de otro proveedor normalmente destinada a alimentar al ganado o reservada para usos industriales.

Con la esperanza de que esa soya sea un producto de Monsanto, dada su elevada presencia en el mercado, Bowman la plantó y la roció con herbicidas, logrando la supervivencia de la mayoría de las plantas, de las que extrajo semillas para los años siguientes.

En 2007, la empresa lo demandó y obtuvo una compensación de 84.456 dólares, aunque el granjero recurrió hasta llegar a la corte suprema de EE.UU., que hoy ha ratificado la decisión de acuerdo a la ley de patentes.

Más de 90% de las granjas estadounidenses de soya usan semillas de Monsanto, que llegaron inicialmente al mercado en 1996.