Los peces damisela desarrollan un ojo falso mucho más grande que sus ojos reales para confundir a sus depredadores y evitar los ataques en la cabeza cuando son jóvenes. Cuando maduran, el falso ojo desaparece.

Ejemplares de esta especie fueron objeto de una investigación que demostró que la presencia de predadores afecta su crecimiento y su patrón de colores.

Demostramos por primera vez que el tamaño de los ocelos (manchas miméticas con apariencia de ojos) es cambiante y crece en relación a la cercanía de predadores, afirma el estudio publicado por la revista Scientific Reports, firmado por Oona Lönnstedt, bióloga marina de la universidad australiana James Cook.

Los científicos del equipo de Lönnstedt capturaron varios ejemplares juveniles de peces damisela en las barreras coralinas cerca de la isla de Lizard, en Australia, al final de su etapa larval y antes de haber sido expuestos a sus depredadores naturales.

MEJOR PREPARADOS Para el estudio, colocaron a un grupo en una pecera del laboratorio junto a ejemplares de una especie predadora, que estaban contenidos dentro de una bolsa de plástico.

Además, introdujeron en el agua restos de piel de estos enemigos.

Otros peces fueron colocados junto a especies herbívoras, y un tercer grupo fue aislado completamente de la presencia de animales marinos.

Después de seis semanas, los investigadores vieron que los peces expuestos a sus depredadores habían desarrollado más tamaño desde la base hasta la aleta dorsal y un ojo falso más grande.

Según los biólogos marinos, esto hace que estén mejor preparados para evitar los ataques o para desviar la atención de los predadores lejos de la cabeza y los órganos vitales.

Asimismo, tras ser liberados, los peces que participaron en el experimento mostraron grandes diferencias de comportamiento, lo que se tradujo en diferencias en la tasa de supervivencia.

Los que habían estado cerca de los depredadores fueron más cautos y pasaron más tiempo escondidos que los otros grupos.

De acuerdo a la investigación, después de 48 horas, casi la mitad de los peces que no habían sido expuestos a predadores había sido devorada.

En cambio, los peces damisela que habían pasado seis semanas conviviendo con la amenaza seguían vivos después de 72 horas.