Situado junto al estuario del río Támesis, el parque natural de Thurrock Thameside, a las afueras de Londres, tiene a primera vista el aspecto de una reserva más. Nadie sospecharía que bajo sus mantos verdes yace un vertedero de toneladas y toneladas de basura, acumulado durante medio siglo y alimentado por los desechos de seis ayuntamientos londinenses.

En algunos lugares el grosor de la capa de basura llega a los 30 metros.

Pero en la superficie, de medio kilómetro cuadrado aproximadamente, charcas y áreas de hierba y bosque le prestan cobijo a numerosas especies, como lechuzas, ratones, liebres, erizos, tritones y víboras, además de distintos insectos, aves y orquídeas.

Este peculiar parque natural, en el condado de Essex, vecino a Londres, fue inaugurado oficialmente esta semana por el afamado naturalista británico David Attenborough.

Esto es un pulmón para los vecinos, que pueden venir aquí a ver la naturaleza, comentó Attenborough ante el micrófono de la BBC.

¿Cual habría sido la alternativa? dejarlo todo en el mismo estado de podredumbre, como una tierra de nadie de botellas rotas de vidrio y plástico, añadió.

Haber logrado restaurar este terreno así es un triunfo, declaró.

Con él concuerda John Hall, director de la organización Essex Wildlife Trust, que tuvo un papel clave en esta restauración.

Antes los únicos ejemplares de vida salvaje que había eran las gaviotas, miles de ellas. Buscaban comida entre la basura y solían arrastrar los desechos y esparcirlos por toda la zona. Los vecinos encontraban restos podridos de pollo en sus jardines, recuerda Hall.

Pero el camino hasta el idílico paisaje actual no fue de rosas.

APROVECHANDO EL GAS METANO Bajo el manto de hierba del parque natural hay una membrana gruesa que aisla la basura.

Sobre la membrana hay tierra y piedra caliza extraida de los túneles cercanos. Y bajo la membrana se acumula el gas metano procedente de la basura en descomposición, explicó Attenborough.

Ese gas es canalizado hasta una central eléctrica, donde se utiliza para mover turbinas y generar energía.

El nuevo parque natural incluye también un centro con información para los visitantes, ubicado en lo alto de lo que antes era un vertedero.

El edificio fue específicamente diseñado y construido para mantenerse a flote sobre un terreno que con el tiempo se irá hundiendo. Para ello cuenta con una instalación de palancas hidráulicas con las que se puede ajustar la altura del edificio de acuerdo a la sedimentación de la basura.

Los impulsores de este proyecto esperan que el parque natural cumpla un triple beneficio: proteger la naturaleza, beneficiar a la población local e impulsar la economía de la zona.

Está previsto además que el parque natural eventualmente se acople a otros terrenos junto al Támesis, llegando a formar parte de una reserva de unos 3,5 kilómetros cuadrados.