Corresponsales Escolares

El terrorismo en el Perú tuvo su apogeo entre los años de 1980 al 2000. Durante ese tiempo, nuestro país pasó por un periodo de destrucción y cambio social. Según un informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), fueron dos grupos armados los que causaron el terror en esta etapa: Sendero Luminoso, liderado por Abimael Guzmán, y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), encabezado por Víctor Polay Campos.

Las consecuencias inmediatas de este hecho histórico fueron y siguen siendo impactantes, pero sobre todo, lamentables. Según un informe presentado por la CVR en el 2013, 22.378 (21%) personas fallecieron por este conflicto, 7.399 (7%) fueron víctimas de desaparición forzada, 30.687 (29%) sufrieron tortura, 35.337 (33%) fueron desplazados, 2.781 (3%) padecieron violación sexual y 802 (1%) registraron discapacidad. Otras 7.535 personas pasaron distintos maltratos (secuestro, detención o prisión siendo inocente, reclutamiento forzado, etc.).

Lima, 1 de febrero de 1983. Una portada de Caretas días después del asesinato de periodistas en Uchuraccay.
Lima, 1 de febrero de 1983. Una portada de Caretas días después del asesinato de periodistas en Uchuraccay.
/ EL COMERCIO

Para ayudar a estas víctimas, han surgido diferentes instituciones, organizaciones y colectivos. Estas agrupaciones buscan recordar y buscar soluciones a esta problemática. Una de ellas es la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados Detenidos y Desaparecidos del Perú (ANFASEP). Este grupo se creó en el año 1983 mientras recrudecía la violencia y el miedo por este conflicto armado. Desde ese entonces, vienen emprendiendo una lucha incansable y persistente para defender los derechos humanos y lograr el cumplimiento de las recomendaciones de la CVR, así como buscar a los desaparecidos.

La Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú en Ayacucho.
La Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú en Ayacucho.

Maria Elena Tarqui, secretaria de esa asociación, es una de las pruebas vivientes de que las consecuencias se ven a largo plazo y son difíciles de superar: “He lactado esa leche de susto, he percibido todo eso que hasta la actualidad permanece en mí, por más que no lo haya presenciado esos momentos, me los imaginaba y lo procesaba en mis sueños como me lo relataba mi madre.”

Esto es una clara evidencia de que los efectos de este hecho caótico siguen detrás de nosotros. Pero esto no es todo. Tarqui sostiene que el terrorismo generó muchas consecuencias negativas para las familias afectadas. “Mi padre está desaparecido, se sabe que fue ejecutado. Mis hermanos escaparon hacia Lima para no ser llevados por los terroristas. Yo solo espero poder darle un entierro digno a mi padre”, dijo María Elena.

¿Qué es lo que tiene que hacer el gobierno para luchar contra el terrorismo?

Iris Jave, investigadora del Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (IDEHPUCP) nos da un alcance: “En primer lugar, lo que hay que hacer es no solo enfocarse en la acción de los grupos terroristas, porque también debemos pensar en las víctimas de ese grupo de violencia. Ver en qué falló el estado peruano para que ocurriera eso. Así como también hay que estudiar qué pasó en las escuelas, universidades e institutos”.

¿Qué debe hacer la sociedad para no volver a repetir un suceso parecido?

La Anfasep trabaja en la actualidad por la búsqueda de desaparecidos y sus familiares.
La Anfasep trabaja en la actualidad por la búsqueda de desaparecidos y sus familiares.

“Es fundamental educar en una perspectiva de ciudadanía y de memoria: para extraer unas lecciones de eso. Hacer memoria implica recordar, pero también implica procesar los hechos que han ocurrido. Entender el rol principal que tuvieron los actores, tanto políticos como sociales, como por qué Lima o las principales ciudades del país demoraron tanto para comprender lo que pasó, esa indiferencia por parte de la sociedad, la discriminación que existió y existe como lo señala la CVR”, dijo Jave.

No cabe duda que el terrorismo ha sido muy perjudicial para nuestra sociedad hasta la actualidad. Por eso, es necesario tomar conciencia y cultivar nuestra empatía con las personas que sufrieron estos hechos que marcaron nuestra historia. “A las nuevas generaciones les diría que hay que conocer nuestra historia, no solo vivir el presente, sino también saber del pasado para construir un mejor futuro... Y para las personas que siguen en la búsqueda, a veces la justicia para un pobre o un campesino es muy lenta, pero hay que tener esperanza, hay que tener fe. La justicia demora, pero tarde o temprano llega”, finalizó Tarqui.

Este informe fue elaborado por los corresponsales escolares Itzel Camila Belén Jordán Quispe, Marcia Xiomara Silva Jiménez, María del Carmen Vargas Huamani y Mónica Cjuro Bautista de la organización Líderes Comunitarios 360 en Ayacucho. Bajo la mentoría de Ivanoei Carrasco Molle y el periodista Jean Pierre Andonaire Villegas.