Alianza solo ha ganado tres partidos en el año. (Foto: EFE)
Alianza solo ha ganado tres partidos en el año. (Foto: EFE)
/ PAOLO AGUILAR POOL
Ricardo Montoya

“Quedemos mejor de 2 a 3 porque a las 3.30 juega . Discúlpame”. Es fácil complacer a Carlos. Adelantar su charla como profesor invitado en la universidad no es un problema. La clase de periodismo dura tres horas y él iba a dialogar con los alumnos en una de ellas. Antes en la última, ahora en la primera. Lo que, en cambio, no es fácil es comprenderlo. ¿Qué raro encantamiento le produce Alianza para seguir viendo sus partidos después de la deshonra? Tras las tablas con Estudiantes de Mérida, los blanquiazules acumularon Record sudamericano. Vergüenza. “Mis hijos, mi mujer y Alianza. Y no necesariamente en ese orden” replica Carlos como un dogma de fe.

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Hace algunos años cuando todavía no bebía de la Libertadores, Osvaldo Soriano calificó su militancia en San Lorenzo como un interminable sobresalto del que se sentía orgulloso. Algo similar debe ser el sentimiento íntimo, una especie de lealtad que no se subordina al resultado y en donde los éxitos a nivel local son suficientes para adherir seguidores. . Martín Caparrós descubrió, de chico, que uno se hacía de un equipo. “No es poca cosa hacerse” se dijo y luego se percató que, “ya hecho, uno era hincha de un club. No es poca cosa ser” agregó.

Ganes, empates o pierdas no me importa una mierda, donde vayas te sigo. siempre estaré a tu lado, por los días de gloria, los momentos vividos, San Lorenzo, querido San Lorenzo adorado” cantan los cuervos en Boedo alentando al Ciclón. El hinchaje es irreductible. “Un tipo no puede cambiar de pasión”, sentenció Sacheri en La pregunta de tus ojos el libro que Campanella versionaría en su Oscarizada película. Pasión en latín quiere decir sufrimiento. Algo así debe ser el cariño por Alianza: una especie de milagro laico.

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Es que hay que ir muy atrás en el tiempo para rescatar las alegrías blanquiazules en La Copa. Las semifinales de 1976 y 1978 son tan valiosas como añejas. Desde entonces, en el plano internacional, los gozos han sido mínimos. La noche del Zorrito en la paliza a Estudiantes, vigente campeón de América en el 2010 y poco más. La felicidad la encuentra en el torneo doméstico: en este siglo ya se ha consagrado cinco veces.

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De todas formas, quizás la mejor manera de explicar la naturaleza de este afecto tenga que ver más con aspectos sociológicos que deportivos. No son muchas las instituciones que personifican en sí mismas bastiones culturales. Alianza sincretiza no solo una manera lúdica de concebir el futbol sino también negritud, mística, religión, costumbres, tragedia, etc. En suma, los íntimos son ese fútbol como fenómeno social que nunca dejó de intrigar al inolvidable Quino. Una historia de más de cien años que la oralidad convirtió en feligresía. y que merece ir a la Copa y de una vez por todas, hacer una campaña digna.

Carlos no pierde la fe.

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