"Ganó el desprecio por la posesión", por Horacio Zimmermann
"Ganó el desprecio por la posesión", por Horacio Zimmermann
Redacción EC

HORACIO ZIMMERMANN 

Aun la poderosa asociación del Bayern Múnich no es suficiente contra un rival español que defiende con la doctrina italiana que le ha impregnado Carlo Ancelotti a este Real Madrid. Hacía falta la inspiración individual como alternativa a la solución a ese problema, pero ni Ribéry, ni Robben, ni Mandzukic, ni los demás ofrecieron aquella respuesta final sobre el campo.

Ganó el desprecio por la posesión. En la ida y en la vuelta, Real dejó claro que le interesa lo que suceda en ambas porterías, despreciando la tenencia de la pelota, elemento más preciado para el plantel de Guardiola. Si el equipo de Pep entiende que para ganar es necesario protagonizar, merecer; el de Ancelotti comprende que en el fútbol lo que realmente interesa es la cantidad de ocasiones que generas: atrás cedió poco (Casillas nunca fue exigido), y adelante anotó cuatro de siete remates al arco. Efectividad en ataque y en defensa. 

No cualquier equipo ejecuta una contra con la velocidad y precisión con que lo hace el equipo blanco (podría ser el Dortmund de Klopp). El contragolpe también es sinónimo de fútbol colectivo. Es una forma de desnivelar a través de la asociación, que en un equipo como el Real Madrid se enriquece por la calidad individual de sus ejecutantes (Bale, Benzema, Di María y ‘CR7’). Los españoles no necesitan 300 pases para generar ocasiones. 

Real Madrid ganó con justicia. Fue más que el Bayern. Su clasificación a la final es justa debido a que no traicionó la fidelidad de su estilo: ceder protagonismo para contragolpear. Y, además, porque generó más opciones que el Bayern en el Allianz Arena. “Si un equipo no domina, pero llega, hay que admitirle”, decía Marcelo Bielsa, uno de los mejores entrenadores del mundo. “La posesión tiene que ver con la belleza”, agregaba.

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