"Advíncula, mucho más que un velocista", por Jerónimo Pimentel
"Advíncula, mucho más que un velocista", por Jerónimo Pimentel
Jerónimo Pimentel

Una mezcla de racismo y folclor, sumado a la tendencia que hay en las redes sociales por linchar a quien se percibe débil (eso que Eco ha llamado “el derecho a hablar de legiones de idiotas”), ha convertido a en un objetivo recurrente del hincha peruano. Para algunos fanáticos, para algunos periodistas incluso, el solo hecho de ser afrodescendiente es gracioso, una invitación al apodo fácil y a la guasa barriobajera. Como esta es una columna deportiva, hagamos el esfuerzo de ignorar la sandez para restringir el comentario a lo futbolístico. Digamos, por ejemplo, que en un deporte colectivo debería ser difícil asignar defectos individuales durante un partido.

Hay, sin embargo, una mirada superficial que se valora de inmediato, pero esta apenas califica de conversación de pichanga o locución de América TV (lo que de alguna forma es lo mismo): “Le rompieron la cintura”, “Lo mandaron a comprar pan”, etc. Con eso podemos reír, pero el chiste fácil nos obliga a desconfiar. No suele haber conocimiento detrás de la ocurrencia.

Hay otra mirada, más táctica, que deja mejores pistas: manda a pensar en los relevos, en la distancia entre líneas, en la charla previa del entrenador, en cómo se preparó un partido, en qué pasó antes de que ese duelo, por ejemplo, con Neymar, ocurra. Esta visión da luces, pero es insuficiente, pues en la pizarra se difumina el hecho futbolístico: un jugador puede ser mejor que otro en un momento puntual. No hay drama en ello; por eso es un juego.

Existe una última manera de abordar el dilema de los méritos y los defectos, y pasa por dos desviaciones que se pierden en la abstracción y que debemos, necesariamente, mirar con escepticismo: el psicologismo y el sociologismo. El primero ordena interpretar, por ejemplo, un doble sombrero como un trauma; el segundo, como el resultado de un complejo. Puestos a pensar desde ese lugar, que tiende al determinismo, no podríamos entender nada: en el fútbol, no se debe olvidar, el favorito solo gana el 50% de las veces (“The Numbers Game”).

(Foto: AP)

Luis Advíncula tuvo un duelo personal contra James Rodríguez en el Perú - Colombia. (Foto: AP)

Lo que queda por analizar son hechos, algunos de los cuales son útiles.

1. Pocos defensas en el fútbol mundial son capaces de ganar un mano a mano a Neymar, Messi o Alexis Sánchez. Ser superado por ellos no es un signo de debilidad. Indica, como máximo, que no ha vuelto a nacer Franco Baresi. Nadie tiene la culpa de no ser italiano.

2. Advíncula es el producto de un sistema precario, sí, pero no se ha resignado a ello: por confesión propia, y desde su reconversión de delantero a lateral, siguió entrenamientos personalizados con Víctor Reyes Condori para mejorar su marca y lanzar centros con ambos perfiles. Lo cuenta Víctor Zaferson por Twitter y cuesta no preguntarse cuántos futbolistas profesionales, conscientes de sus defectos formativos, hacen algo así de específico por paliarlos.

3. Las jugadas que se encapsulan y llenan los recuentos televisivos son aquellas en los que los delanteros triunfan, lo que por estadística, salvo excepciones, son bastante menos que las veces en que los laterales tapan a los extremos o los ‘backs’ a los ‘9’. No hay que desestimar el efecto de esta representación mediática distorsionada en la valoración.

4. ¿Será posible que pasemos por alto tantos buenos partidos de Advíncula? Una ‘memorabilia’ apurada trae a colación el encuentro de Eliminatorias contra Argentina (pase gol a Zambrano en jugada preparada), la definición por el tercer puesto de la Copa América ante Venezuela (gana un duelo aéreo, amaga y habilita de zurda para el último tanto de Guerrero), el amistoso contra México y el último ‘match’ en Chile contra Venezuela.

¿Advíncula tiene errores? Sí (pero ¿cuándo un lateral derecho de la selección peruana no ha sufrido?).  ¿Es un dotado? No técnicamente, pero tiene una capacidad atlética que, bien encauzada, lo puede llevar a una mejoría que ya es evidente. Quedarnos con el pintoresquismo, en vez de la progresión, dice más de nosotros que de él.

LEE TAMBIÉN...

Copa América : el mejor once de la historia de Perú en el torneo () ⏩ — DT El Comercio (@DTElComercio)

Contenido sugerido

Contenido GEC