"Aprender a ser favorito", por Jerónimo Pimentel
"Aprender a ser favorito", por Jerónimo Pimentel
Jerónimo Pimentel

La gitanería manda crecerse ante el grande y perder ante el chico; es la condena de quienes confían su suerte al contrasentido. Felizmente, esta , por una vez, no parece hecha de esa materia. Sus méritos tienen otro origen. El más importante, es reconocerse chico.

La fuente de esa idea acaso se deba a Markarián, quien en la Copa América pasada demostró que no era necesario un despliegue de estrellas para ser competitivo a nivel regional. Lamentablemente, él mismo traicionó su revelación forzando aquello de Los 4 Fantásticos; más adelante, tardó mucho en recular. Gareca, en cambio, ha logrado formar una selección justa, de atrás hacia adelante, a la que no le sobra nada. No está mal para empezar: ha empezado a incorporar conceptos útiles (distancia entre líneas, adelantar la presión de marca al mediocampo) y, desde su modestia, tiene resultados: ha encajado solo dos goles en tres partidos. Nada mal si tomamos en cuenta que, según el polémico ránking de la FIFA, Perú se ha enfrentado a dos de las cinco mejores selecciones del mundo.

El reto ante Bolivia es otro: por un lado, saber si con Retamoso y Yotún se podrá reemplazar a Ballón y a Lobatón; por otro, conocer cuál es la estrategia de cara a los partidos en los que Perú, por peso e historia, debe tomar el protagonismo (en un cálculo fácil, el 10% de los partidos de clasificación).

Lo primero es clave: la falta de banca es uno de los déficits habituales de Perú en las Eliminatorias. Si a las suspensiones sumamos las lesiones y la edad (Lobatón), es posible que este escenario sea una constante en los próximos tres años. Gareca deberá encontrar un mixto más natural que Yotún, tal vez explorando, como ya lo ha hecho con éxito, el torneo local; y deberá probar el carácter de Retamoso, quien nunca ha podido posicionarse como indiscutido. El segundo reto es más interesante. Gareca ha logrado que Perú asuma con naturalidad el repliegue y la especulación defensiva, pero no las transiciones de ataque (lentas) ni la contundencia (pocos disparos al arco y poco gol). El aficionado acepta ese lugar sin complejos incluso ante Colombia, pero no contra Bolivia ni tampoco ante Venezuela. Los primeros veinte minutos ante los caribeños mostraron a un conjunto al que le costó asumir ese protagonismo desde la táctica, nervios que solo se disiparon con la ventaja numérica. La gran duda que se resolverá en unas horas es cuán flexible es este proyecto: ¿Podrá Perú adelantar la presión a los tres cuartos de cancha? ¿Podrán Zambrano y Ascues repeler los contraataques de Moreno jugando con la línea adelantada? ¿Cuál será la efectividad de Cueva y Sánchez con laterales que los esperen?

Bolivia hasta ahora ha demostrado irregularidad, pero idea. El partido ante Chile debe verse como accidente, no constante; sirven bastante más los partidos ante México y Ecuador, selecciones que rondan nuestro nivel.

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