F1: "Cuando la casa te juega en contra", por Daniel San Román
F1: "Cuando la casa te juega en contra", por Daniel San Román
Redacción EC

DANIEL SAN ROMÁN 

No importaba cuánto se esmeraba en demostrar su alegría al mundo. De nada servía verlo bañar a todos con el champán. Todo era en vano. Por más que en la historia había inscrito su nombre como uno de los cuatro hombres (junto a Hill, Prost y Senna) que pueden jactarse de haber ganado tres veces consecutivas sobre el callejero del principado, la victoria de Rosberg sabía a herencia injusta. A robo cómplice con un equipo que dejó en evidencia nuevamente su falta de oficio. Es claro que el equipo Mercedes cuenta con un auto rápido, dos buenos pilotos, pero tiene la maña de un niño de 3 años. Esta levedad ayer les costó un 1-2 a su favor y ha evidenciado serios problemas de estrategia y comunicación en el equipo líder del Mundial.

había tenido un fin de semana perfecto hasta nueve vueltas antes de la bandera a cuadros. Había ganado la pole el sábado, tenía la vuelta más rápida y una ventaja de más de 20 segundos sobre su compañero de equipo. Todo esto en el marco del circuito más difícil para hacer pasadas de la temporada. La carrera estaba cerrada. Sin embargo, una estúpida decisión de sus ingenieros de hacerlo entrar a pits cuando el pace car giraba –producto del porrazo de Verstappenlicuó su sólida condición de liebre para retrasarlo a la tercera casilla por detrás de Rosberg y Vettel. De ahí en adelante lo que ha quedado ha sido el ímpetu de Hamilton sobre un circuito que no da licencias para los adelantamiento, ni la justicia divina.

Y cuando se esperaba que Hamilton sea todo lo Lewis de años atrás, el británico demostró al mundo que su transformación es real, que ha madurado y que ya no es el bravucón de antaño. Tras perder la victoria, Lewis fue todo lo inglés que se espera en estas ocasiones de ira. Rodó lento rumbo a la premiación, a ritmo de cortejo, y cumplió con todo el protocolo que el podio más tradicional recita. Mostró rostro neutro cuando es seguro que en el epicentro de su alma quería moler a palos a todos. Recibió el trofeo pero no se sumó al baño de champán. El inglés era consciente de que su equipo le había costado la victoria, esa dulce celebración que solamente puede otorgar el nobiliario podio de Montecarlo.

“Venimos teniendo una gran temporada y somos un gran equipo. Cuando ganamos, ganamos juntos y cuando perdemos, igual. ¿Dudé en entrar a boxes cuando me llamaron? Por qué lo haría. El equipo siempre quiere lo mejor para mí y no creo que esta vez algo diferente los haya motivado”, admitió Hamilton tras lo vivido. Por su lado Mercedes ha aceptado su responsabilidad y pesar, prometiendo que en las próximas horas se tomarán las medidas correctivas pertinentes. Algo importante para la paz del equipo y la buena relación con Hamilton que hace unos días renovó su vínculo contractual con Mercedes hasta el 2018 por un salario anual de 140 millones de dólares.

¿Qué pasará tras Mónaco? Mercedes tendrá la presión encima de todos para demostrar que no son una manada de torpes con un auto rápido y dos pilotos efi caces. Tiene que despercudir su honra y ser sumamente cuidadoso en sus próximas estrategias. El equipo sabe que está en deuda con Lewis y que tendrá que tener cuidado con lo que haga de ahora en adelante con Rosberg. Por el lado de Lewis, el inglés ha dejado en evidencia su madurez y gran momento emocional. Si hace unos años se le reclamaba su condición lagunera, hoy tras lo mostrado ha dejado en claro al mundo que tiene el temple que se le exige al campeón mundial.

Si bien ayer Lewis perdió la carrera, es evidente que ha ganado credibilidad a la vez que crédito moral con su equipo y el afecto de la tribuna que comienza a olvidarse de las bravatas de antaño. Lewis debería ser campeón pero si se queda corto por siete unidades,al final de la temporada, ya sabe a quién culpar.

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