El fútbol alemán se confirmó como el talón de Aquiles del argentino Lionel Messi, cuyo irrelevante partido ante el Bayern Múnich reabrió dudas sobre su auténtico estado físico y mental.

El crack del Barcelona fue un jugador vulgar en el Allianz Arena, en el que los azulgranas recibieron una de las peores derrotas al caer por 4-0 en la ida de las semifinales de la Champions League.

Alemania se cruzó de nuevo, para mal, en el camino de Messi: en el Mundial de 2006 vio desde el banquillo la eliminación de Argentina ante los germanos en los cuartos de final, en Sudáfrica 2010 lloró desconsoladamente tras caer por 4-0 en la misma instancia, y el martes pasó lo que pasó.

El argentino jugó el partido completo por primera vez desde su lesión muscular el 2 de abril en París. El alta médica la recibió apenas unas horas antes del inicio del encuentro, pero su prestación estuvo lejos de lo que se espera del mejor jugador del mundo.

CORRIÓ MENOS QUE TODOS Según las estadísticas de la UEFA, Messi fue uno de los jugadores que menos corrió en el campo, apenas siete kilómetros y medio, tres menos que los extremos del Bayern, Arjen Robben y Franck Ribery. Perdió numerosos balones, nunca desbordó y no tuvo ni una clara ocasión de gol.

El padre de Messi me ha dicho al mediodía que no estaba para jugar, reveló en la noche del martes a una radio española el agente Josep María Minguella, uno de los hombres clave en el fichaje del argentino por el Barcelona.

Sin embargo, las palabras de Messi tras el partido fueron en el sentido contrario. Me sentía bien, aunque hace días que no jugaba, dijo el jugador.

La contradicción abre dudas. Si Messi no estaba recuperado del todo, el alta médica fue falsa. Pero si realmente podía jugar, su actitud fue la de un jugador poco motivado e incapaz de arrastrar anímicamente a sus compañeros. O quizá fueron las dos cosas.

UNA PÍLDORA AMARGA Contar con Leo es vital para nosotros, había dicho el lunes el capitán del equipo, Xavi Hernández, que aseguró que el Allianz Arena vería la mejor versión del argentino.

La realidad fue totalmente distinta a los deseos del español, que nunca encontró en Messi al líder con el que convirtió al Barcelona de los últimos cuatro años en uno de los mejores equipos de la historia.

Alemania volvió a administrarle al cuatro veces Balón de Oro una de las píldoras más amargas de su carrera. Si quiere tomarse revancha, deberá recuperarse en cuerpo y alma.