JORGE BARRAZA Suplemento DT

El lánguido desempeño de Barcelona frente al Milan en San Siro motivó dos comentarios centrales de los analistas de todo el mundo: 1) El ‘inteligente’ planteo milanista (acantonar a los once jugadores al borde de la propia área no tiene nada de inteligente, aunque sí es muy antiguo) y 2) que Barcelona no tuvo un día inspirado.

Luego vino el partido con el Sevilla, que mereció llevarse algo del Camp Nou, y que fue salvado una vez más mediante el oportunismo de Messi, lo cual maquilló las apariencias y mandó un mensaje erróneo: la caída ante los italianos había sido una falsa actuación.

Pero dos nuevas derrotas azulgranas, ambas ante un correcto Real Madrid, pusieron de manifiesto un diagnóstico más inquietante: el problema del Barza no es de inspiración, ni de la astucia táctica de los rivales. Antes eran igual de astutos o precavidos y se iban goleados. Todos. Las causas de este bajón, que en dos partidos ha convertido a un equipo de leyenda en uno vulgar, no son externas. Es un virus interno el que lo está atacando.

Cuando un equipo necesita que un jugador haga prácticamente todos los goles y genere el 80% de asistencias o de las jugadas de peligro, por bueno que este sea, desnuda fallas colectivas.

En el Santos legendario, Pelé anotó 757 tantos oficiales según los estadígrafos. Y más de 1.000 con amistosos. Pero no estaba solo: Pepe hizo 405, Coutinho 370, Toninho 283, Edú 183, Pagao 159, Lima 65, Zito 57. Y también marcaban Mengalvio, Dorval.

Hay más: “En el partido con Milan el Barza tenía 100 millones de euros en el banco”, acota un amigo español. Entre Sánchez, Song y Mascherano aproximadamente sumaban esa cifra. La lectura es que el Barza ficha mal. Contrata jugadores que, con suerte, son suplentes. Y a la hora de grandes topadas, como son contra el Real Madrid o la Champions, tiene que recurrir siempre a los mismos.

En España se exalta, hoy más que nunca, la clarividencia de Guardiola. “Es un genio”, dicen. “Después del equipo que armó y de todo lo que ganó, se fue en el momento justo, sabía todo lo que se avecinaba”. Lo que se venía es la veteranía ya irremediable de Puyol. Sabía que la cabeza de Piqué estaba más en la farándula que en el fútbol. Y sabía de algunos comportamientos ya no tan profesionales de otras figuras.

Tras la ida de Guardiola se agudizó la enfermedad de Vilanova. La realidad indica que Roura está dos o tres peldaños debajo de Vilanova. Y este a cuatro o cinco de Pep. Ahora dirige el ayudante del ayudante. De ello nadie tiene la culpa. También da la impresión de que hay algún temita de vestuario allí; los jugadores se ven desganados. Se advierten algunos reproches entre ellos. Algo pasa. Es pura intuición.

Messi hace dos o tres partidos que parece desinflado, apagado. Y cuando juega contra el Madrid nadie lo protege, ni el árbitro ni sus compañeros. Y luego hay razones futbolísticas.

El equipo se ha marchitado. No tiene la frescura ni la explosión de hace dos años. Desde la lesión de Villa (diciembre del 2011) nunca recuperó su copiosa cuota goleadora. Dani Alves, sin dudas un sensacional lateral derecho, ha bajado su nivel. Perdió sorpresa. Cesc, aunque muy bueno, nunca terminó de ser el fantástico jugador que todos esperábamos.

E Iniesta Iniesta es un fantasista encantador para el espectáculo y un sujeto querible, un volante cerebral y valiente, que siempre la pide y la lleva, aunque también es un jugador sobrevalorado. Nunca llegó a ser Xavi. Rara vez hace un gol y no siempre prepara uno. Juega a 40 metros del arco, volcado sobre la banda izquierda. Teje unas maniobras muy bonitas por ahí, con unos pasesitos cortos deliciosos y ya, con eso le alcanza para que la prensa lo vea siempre como la figura. Pero tiene menos gravitación en la estructura del equipo y en las victorias de la que se le adjudica.

Cuando a un equipo le falta gol y también carece de situaciones de gol, hay una responsabilidad del volante de creación. Iniesta no es el problema y tampoco es la solución. Su clase está fuera de discusión; sin embargo, a nadie se le ocurriría pensar que el Barza gane al Milan 3-0 con tres goles de Iniesta. Aunque todo es posible en fútbol.

También es posible que el cuadro catalán se revitalice y golee al Milan. Quién sabe. Aun así, pareciera que se cumplió un ciclo. Brillantísimo, eso sí. Puede ganar la Liga porque aún tiene mucha ventaja. Para levantar la Copa de Europa hace falta jugar mucho más.

Pero, bueno, todas las cosas tienen un final en la vida. Y este puede ser el del Barcelona cumbre. Si así fuera, agradecidos para siempre por todo el espectáculo que nos regaló. Ha sido el mejor equipo que este cronista vio en 50 años de fútbol.