Andrés Iniesta, el chico que sólo soñaba con jugar en primera división. (Foto: AFP)
Andrés Iniesta, el chico que sólo soñaba con jugar en primera división. (Foto: AFP)
Aldo Cadillo

Cuando jugaba con 11 años en la Plaza de su pueblo en Fuentealbilla, nunca imaginó anotar el gol que le daría a España la Copa del Mundo. Tampoco soñó con ser leyenda en el . Ni menos pensó en inspirar libros, reportajes y estudios científicos. El chico tímido, que se refugiaba en los brazos de sus padres cada vez que algo se salía de su control, solo soñaba con jugar en Primera División.

Apasionado del fútbol, Iniesta es de aquellos jugadores profesionales que sí ve sus partidos -la Copa del Mundo, confiesa Andrés Iniesta en una entrevista para el 'El País' en el 2010, la ha visto varias veces- luego de llegar de los entrenamientos. Se acuesta en su sillón y descansa mientras su cerebro aún trabaja.

"Cuando llego de madrugada, del campo o de viaje, me pongo (a ver) el que acabo de jugar. Me ayuda a mejorar. Además, la final la han repetido muchas veces. Así que, quiera o no, he visto el gol mil veces", confesó en el 2010 al periodista Luis Martín.

Existe otro punto de inflexión, sumado ya a los bastantes que existieron -existirán- durante la carrera de Andrés Iniesta, que marcó la carrera del prolijo volante. Un viaje de más de cinco horas desde su natal Fuentealbilla hasta Barcelona. En un Ford Orion azul oscuro su padre, su madre, su hermana y su abuelo, junto a una versión adolescente de Iniesta, cambiaron de dirección y dejaron atrás el centro de entrenamiento del Alicante para enrumbar a un nuevo destino: las dependencias juveniles del Barcelona.

El viaje fue un tormento para los Iniesta Luján. La familia, que tiene como base principal la unión, pasó las cinco horas del trayecto pensando en por qué su hijo de 12 años se iba. Sí, doce años. Andrés Iniesta se fue de su casa a la edad en que los adolescentes van a primero de secundaria.

Andrés Iniesta anunciando su retiro del Barcelona. (Foto: AFP)
Andrés Iniesta anunciando su retiro del Barcelona. (Foto: AFP)

"El tren solo pasa una vez", fue la frase que le dijo su papá cuando Andrés Iniesta, en primera instancia, no quiso ir a La Masía. Pero la palabra de su progenitor retumbó tanto en su cabeza e, impulsado por el sueño de ser futbolista, decidió que era mejor ir a Barcelona.

"Por eso, por lo mal que lo pasó mi padre, lo que lloró mi madre, lo que nos añoramos mi hermana y yo, soy ahora como soy, seguro", apunta Andrés Iniesta ante la pregunta de cómo inició el camino en Barcelona. "De hecho, yo solo quería ser jugador de fútbol de Primera División. Ese era mi único sueño", afirma sin titubeos. 

Las penas del niño que decidió dejar a su familia para instaurarse en La Masía y convertirse en jugador de fútbol continuaron. Andrés Iniesta recibía la calurosa visita de sus padres cada 15 días. Los fines de semana lo veían. Con él estaban el sábado y el domingo; pero, para no hacer más dura la despedida, le decían que el lunes lo llevarían al colegio. El pequeño Iniesta se iba a dormir sabiendo que al día siguiente caminaría solo hasta la escuela.

Y ahora se va del Barcelona. Andrés Iniesta dejará la camiseta blaugrana sumido en el llanto. El mismo con el que llegó hace 22 años. Quizá irá a China, pero no se creerá cuentos. Va con la nobleza por delante. Aquella que dibuja a los mejores deportistas y con el respeto de todas las camisetas. 

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