Bayern Múnich y Borussia Dortmund están en boca de todos. Son los equipos de moda. Ya nadie quiere comprar las camisetas del Barcelona o Real Madrid. Estos ya pertenecen al recuerdo. Son parte del pasado. El presente es teutón. No solo por resultados, sino también por un juego gustoso de ver. “Bienvenidos al fútbol del buen toque”, escribió César Luis Menotti sobre los alemanes. Ambos se medirán en una final inédita de la Champions. Una definición que estará marcada por una singularidad: el duelo entre el rico y el pobre del fútbol alemán.

De un lado tenemos al Bayern, un equipo que apuesta por fichajes costosos. De hecho, el conjunto bávaro has gastado 260 millones de euros en contratación de jugadores desde el 2007 (26 millones por Ribéry, 30 por Gomez, 25 por Robben y 40 por Javi Martínez son algunos ejemplos). El último es el de Mario Götze, del Borussia. Los bávaros han pagado 37 millones por el joven de 20 años y, según Bild, este ganará 7 millones de euros al año.

La política del Bayern ha sido esa durante los últimos años. Para ser el mejor del mundo, hay que gastar. Y gastar bien. No solo se trata de sacar la billetera y pagar, sino de traer a los que consideran los mejores. El fichaje de Pep Guardiola es una prueba de ello. El español llega al conjunto bávaro como el mejor entrenador de la historia del Barcelona.

Pero algo malo debe de tener este Bayern. Y claro que lo tiene. Dentro del éxito del equipo muniqués existe una cuenta pendiente: las canteras. No precisamente por un tema de descuido o mal trabajo. El déficit pasa por una cuestión de entrenadores. Una vez Guardiola dijo: “El mérito del Barcelona no es formar futbolistas en la cantera, es tener entrenadores que los pongan”. En el Bayern, el último en apostar por los jóvenes valores fue Louis van Gaal en el 2009. El holandés le dio minutos a dos futbolistas que ahora son estrellas: Thomas Müller y Toni Kross. Después, salvo David Alaba, Bayern no tiene jóvenes en su habitual once titular (Schweinsteiger tiene 28 y Lahm 29).

BORUSSIA, LA CARA OPUESTA Del otro, está el Borussia Dortmund, que es todo lo opuesto al conjunto bávaro. De hecho el equipo amarillo tiene una plantilla valorizada en 58 millones de euros, mientras que las de los bávaros cuesta 380.725,000 millones. Es decir, una diferencia de 322.725,000 millones euros. Y es que luego de rozar la bancarrota en el 2005, el club tuvo que dar un vuelco total a su política. Tras ganar la Champions en el 97, la directiva creyó ciegamente en una idea de crecimiento: cotizar en la Bolsa de Valores. Sin embargo, lo que en un principio se creyó que sería una mejora, terminó siendo un paso hacia la desaparición. De hecho, el club llegó a perder el 80% de su valor.

De esa forma, Borussia se vio obligado a vender a sus principales figuras (Koller, Amoroso, Rosicky y Frings) y tuvo que aceptar un patrocinio para cambiar el nombre de su estadio e intentar salvarse. Y lo logró con una nueva política: austeridad. De hecho, su actual plantilla le costó 58 millones de euros, dos menos de lo que pagó Real Madrid por el brasileño Kaká.

Bajo esa idea, Borussia ha logrado ganar dos Bundesliga, una Copa Alemana y ahora es finalista de la Champions. Bayern, por su parte, solo ha ganado la liga alemana. Aunque está camino a ganar la Copa y la Champions. Con una política diferente, el rico y el pobre chocarán este sábado 25 en Wembley. El partido soñado. Los principales 90 minutos de sus vidas, quizás.