Manchester City se proclamó campeón de la temporada 2018-19 de la Premier League. (Foto: AP)
Manchester City se proclamó campeón de la temporada 2018-19 de la Premier League. (Foto: AP)
Jerónimo Pimentel

La última semana ha sido estupenda para el fútbol inglés, a tal punto que sus escuadras dominan las dos principales competencias europeas. Existe la tentación de resumir la temporada en la increíble goleada que el Liverpool le propinó al Barcelona en Anfield Road al coro de “You’ll Never Walk Alone”, o en el triunfo en los descuentos con el que los Spurs eliminaron al equipo sensación de Europa, el Ajax, en la Champions League. Pero la temporada inglesa ha sido mucho más que eso.

Es la primera vez en la historia de la Premier League que dos clubes superan los 90 puntos. Pero también es la primera vez que la Championship, el torneo de segunda división, atrae tanta atención fuera del viejo imperio. El mérito se debe no poco a lo que Marcelo Bielsa ha hecho con el Leeds, cuyo estilo y maneras han logrado que el mundo tenga un ojo puesto en Elland Road (algo que no ocurría desde los noventa, cuando el mundo soñaba con Viduka, Kewell, Smith y Harte), pero también por el aporte de Frank Lampard en el Derby County y las estupendas campañas de Norwich City y Sheffield United. Es difícil recordar cuándo fue la última vez que la televisión por cable en América Latina transmitió regularmente un torneo europeo de segunda.

Salah, Mané y Aubameyang ganaron la Bota de Oro. (Foto: AP)
Salah, Mané y Aubameyang ganaron la Bota de Oro. (Foto: AP)

La pregunta legítima es cuán genuinamente inglés es lo atrás reseñado. El Liverpool está dirigido por un alemán, Klopp, y sus figuras son un egipcio (Salah), un brasileño (Firmino), un senegalés (Mané) y un holandés (Van Dijk). El Tottenham es comandado por un argentino (Pochettino) y su momento actual sería imposible sin el concurso del francés Lloris, el surcoreano Son y el brasileño Lucas Moura. El City campeón es obra pura de Guardiola, y en este sentido es imposible no reconocer que de los 26 jugadores elegibles por el DT catalán apenas seis son súbditos de la reina. El Leeds, como se ha dicho ya, está revolucionado por un rosarino; el Sheffield es copropiedad del príncipe saudí Abdullah Bin Musa’ad Bin Abdulaziz al Saud; mientras que los ‘Canarios’ no hubieran podido ascender sin los 29 tantos que el delantero finés Pukki marcó en 43 partidos.

El poder blando es una herramienta diplomática, cierto, una que Gran Bretaña ha ejercido con maestría desde la posguerra a través del rock y la literatura, por mencionar dos ejemplos tan paradigmáticos como el fútbol. Pero esa influencia necesita una base cosmopolita, liberal y abierta que se estrella contra la realidad política del ‘brexit’ y la idea de la excepcionalidad isleña que tanto daño ha hecho en los últimos años. El fútbol, visto bien, no escapa al análisis. Los verdaderos propulsores de la globalización de este deporte fueron los europeos continentales (es por eso que la sede de la FIFA está en Zúrich), mientras que la posibilidad de aplicar la libre circulación de los trabajadores europeos a las ligas profesionales del Viejo Continente fue la ocurrencia de un belga (Caso Bosman). En cambio, la endogamia futbolística practicada por Inglaterra hasta 1950 los llevó al ridículo, como se comprobó cuando, en su primera participación mundialista, cayeron ante un conjunto amateur de Estados Unidos.

¿Sabrán los atribulados parlamentarios británicos interpretar las lecciones que el fútbol les ha dejado este año? ¿O verán en estos logros un espejo de sus ambiciones políticas?

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