“En cien días, Di María acomodó todo”, por Juan Pablo Varsky
“En cien días, Di María acomodó todo”, por Juan Pablo Varsky
Redacción EC

JUAN PABLO VARSKY
Valencia, GDA

6 de enero de 2014. Su equipo va ganando por la mínima. Su entrenador decide sacarlo. Su público lo silba. Él reacciona. Su mano derecha va a su zona genital. Guatepeor. El partido termina 3-0 pero el tema del día es esa foto que muestra el gesto. "Simplemente me (la) acomodé", dice luego en declaraciones a una radio. "Yo aguanto los silbidos", agrega. Carlo Ancelotti, el DT que lo reemplazó por Bale, sentencia: "Si ha sido una respuesta al público fue un doble error". Tras el regalito de Reyes, no juega por la ante Osasuna en el Bernabéu. Por fortuna, caen cuatro partidos consecutivos de visitante. Dos por campeonato y dos por Copa del Rey. Ideales para se enfríe el asunto y baje la tensión. Real Madrid gana el póquer sin recibir goles. Él juega los cuatro como titular y marca un gol. No sale más.

El 25 de enero, ante Granada, vuelven al Bernabéu con él entre los once. Todos olvidan el incidente porno. Cambia su posición en el campo. Se consolida como mediocampista izquierdo. De 10, como en el seleccionado. El regreso de Xabi Alonso es determinante para que Ancelotti encuentre el molde. 4-3-3 con Bale, Benzema y Cristiano en el ataque. Comparte el mediocampo con Modric y Alonso. Es el Rey de las Transiciones. Aparece en todos los planos abiertos de las transmisiones. El equipo ataca y ahí está para ventilar el juego. El equipo retrocede y se repliega por donde se lo necesita. Lo hace hasta en la altura de La Paz. Ese día la selección tuvo dos bloques. El defensivo con ocho integrantes y el ofensivo con tres o cuatro. Formó parte de ambos. Real Madrid no para de ganar. Serie invicta de 31 encuentros sumando todas las competiciones. La rompe toda en el clásico con Barcelona de local, pero Messi se lleva todos los reflectores. No siente el bajón. Llega abril y el Madrid conserva sus chances en los tres torneos. Semifinalista en la Champions, segundo en la Liga y la final de la Copa del Rey. Lastimado Cristiano Ronaldo, Ancelotti hace ajustes para el clásico de Mestalla. Arma un 4-4-2 marcadísimo. Modric y Xabi en el eje. Isco a la izquierda. Benzema y Bale doble punta. Él regresa a la zona Mourinho, perfil invertido zurdo sobre la derecha. El DT mata varios pájaros de un tiro. Suma gente en el medio para neutralizar el triángulo del Barça. Mete un atacante más para jugar mano a mano contra los centrales Bartra y Mascherano. Líneas juntas, equipo cortísimo. La obsesión de que Messi no tenga espacios en los últimos 20 metros. Limitarlo en esa zona aunque eso implique oportunidades para otros. Táctica definida y estrategia clarísima: punto de partida retrasado, recuperación en campo propio y salida rápida en contraataque aprovechando la velocidad de los delanteros.

Diez minutos. Presión de Isco sobre Dani Alves. Bale de primera para Benzema. De primera también para él. Habilitado. Se toma el tiempo necesario para cruzar el zurdazo. Pinto, esa moneda al aire que ataja para Barcelona, no puede desviarlo. Golazo. Los blancos gobiernan el juego pero no agrandan el resultado. Barcelona toca sin profundidad pero encuentra el empate con un gol de equipo cualquiera. Centro y cabezazo. Córner de Xavi y gol de Bartra. Los catalanes sacan ese espíritu competitivo que nunca perderán; aun en este abandono del modelo de trabajo que los desnaturaliza como equipo. Parece que lo ganan, otra vez. La inolvidable cabalgata con pelota de Gareth Bale (y las piernas abiertas de Pinto) enloquece al Madrid. Sobre todo a su presidente Florentino Pérez, que lo pagó cien millones de euros. 2-1, a cinco del final. Su equipo va ganando por la mínima. Su entrenador decide sacarlo. Su público ahora lo ovaciona. Es la figura del juego. 16 de abril de 2014. En exactos 100 días, gracias a su fútbol, Ángel Di María acomodó todo.

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