Ha pasado mucho tiempo, pero en plena efervescencia de las eliminatorias mundialistas en la Colombia de hoy es prácticamente imposible pasar un día sin toparse con referencias a un partido de fútbol disputado hace exactamente dos décadas.

Efectivamente, el 5 a 0 infringido por Colombia a Argentina en Buenos Aires el 5 de setiembre de 1993, en camino al Mundial Estados Unidos 94, es actualmente recordado tanto en comerciales de televisión como en cada pausa de la telenovela de moda.

Y un libro sobre el tema (El 5-0: la increíble crónica del partido que cambió para siempre la historia del fútbol colombiano, del periodista Mauricio Silva) también fue uno de los grandes éxitos de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, celebrada en mayo de este año.

El libro de Silva, quien actualmente se desempeña como editor en jefe de la revista Bocas, de la casa editorial El Tiempo, es un homenaje a un partido histórico pero también la crónica de un viaje de la gloria al infierno.

(La historia) de este partido se había quedado estrictamente en lo deportivo. Entendí, a fuerza de reportería, que nadie les había preguntado a los jugadores directamente por otros temas, muchos de ellos espinosos y otros muy simpáticos; que las grandes historias del fútbol colombiano están por contarse, le dijo Silva a BBC Mundo, refiriéndose, entre otras cosas, a los nexos del deporte con el narcotráfico.

Es un juego que nos dejó mucho. Lo mejor, para la historia, hacerles cinco goles a los argentinos en su casa y pasar de primeros al Mundial del 94. Lo peor, devolvernos de primeros del Mundial de USA 94, humillados y pisoteados, y luego cargar con un muerto en el equipo (el asesinato de Andrés Escobar, el desafortunado autor del autogol que selló la eliminación colombiana), agregó.

Para Silva, el partido, su contexto y todo lo que ocurrió después también le dejó a Colombia una lección del tamaño de América: podemos ser los mejores, pero no sabemos cómo lidiar con eso.

Y, para conmemorar el 20 aniversario de ese resultado histórico, eligió para los lectores de BBC Mundo las cinco anécdotas vinculadas al partido que, a su juicio, mejor definen lo que fue y lo que significó ese juego.

1. DE PURO VARÓN El día antes del partido, el técnico ‘Pacho’ Maturana no habló de táctica, sino que dejó que los muchachos acariciaran el balón. No hubo otro discurso que el de la simpleza del juego del ‘bobito’ (…).

Luego le tocó a Leonel (Álvarez, mediocampista de la selección Colombia) y él, que se tomaba y se toma todo tan en serio, se tiró en plancha, como en un partido de verdad, con tan mala suerte que lesionó en el tobillo a ‘El Tren’ (Valencia), delantero del Bayern Múnich y el combinado colombiano]. Recuerdo que Leo lloró pidiéndole perdón a Adolfo, quien, de verdad, quedó jodido. Esa es otra que no saben los colombianos: que él jugó el partido lesionado, de puro varón, recuerda (el portero) Óscar Córdoba (…).

(Y, por si eso fuera poco) el día del juego, el médico de la selección, Carlos Álvarez, bajó a la mesa con una mala noticia: ¡Asprilla (estrella del Parma de Italia) está enfermo! Tiene fiebre. No sé si pueda jugar. Voy a tener que inyectarlo. Y así lo hizo. Muy poca gente sabe que ese partido lo jugué enfermo y que horas antes de salir a la cancha estuve temblando como un pollo, recapitula ‘El Tino’.

2. HÁGANLE OTRO GOL A ESOS HIJOS DE P En el minuto 86, (Diego) Simeone fue a disputar en el aire un balón dividido con ‘El Tren’ y, malintencionado, descargó un codazo de roja directa. El delantero colombiano cayó con la boca ensangrentada. Le había roto el labio inferior y, aun cuando Luis Carlos Perea y Wilson Pérez fueron a apretar al árbitro Ernesto Filippi, ‘Barrabás’ Gómez, viejo zorro, se fue a hablarle al oído al juez y le soltó una histórica:

No lo vaya a echar, señor juez. No lo vaya a sacar del partido, porque después dicen que les ganamos porque tenían solo diez. No nos vaya a hacer eso.

El árbitro uruguayo, tal vez con la celeste puesta, tal vez en nombre de todos los suramericanos que han padecido la arrogancia argentina, respondió como si fuera un juego de barrio: No lo echo, pero háganles otro gol a esos hijos de p.

3. CELEBRACIÓN TRAQUETA Una vez los muchachos llegaron al Caesar Park, comenzaron a destaparse botellas de todo tipo de chorros. () Abajo, en un salón del segundo piso del hotel –en lo que pareció ser la fiesta oficial–, decenas de colombianos celebraron con todos los juguetes. Lo que pocos supieron –y por años– es que los tragos rodaron por cuenta de una leyenda del narcotráfico criollo, quien, en aquel entonces, todavía era un incipiente capo: Justo Pastor Perafán. () Rumbearon por cuenta del mágico derroche los directivos de la Selección, varios políticos y un buen grupo de periodistas.

Samuel Moreno, Andrés Pastrana, todos, sin excepción, pensamos que era una fiesta que pagaba la Federación. Años después, nos vinimos a enterar de que la recepción era de Perafán, recapitula (el narrador deportivo) William Vinasco Che.

Un funcionario del hotel nos preguntó a los periodistas que estábamos en el primer piso quién iba a pagar la cuenta de champaña que corría a borbotones. Luego supimos que, quien pagó en efectivo, de su bolsillo, fue Pastor Perafán. Solo en champaña fueron algo así como doce mil dólares, rememora (el también periodista) Hernán Peláez.

4. TAMBIÉN EL CARTEL DE CALI El 10 de junio de 1994 (poco antes del Mundial USA 94), el equipo realizó su último entrenamiento en Cascajal –cancha de prácticas del club América de Cali–. A todos los miembros de la tricolor les hicieron saber que, esa noche, estaban invitados a comer a un sitio muy especial. Los citaron a las 7 p.m., en el lobby de la Torre de Cali y, cuando se reunieron en el punto acordado, supuestos funcionarios de la Federación los hicieron bajar al sótano del hotel para abordar un transporte que no era el oficial.

Abajo, en los parqueaderos, había varias camionetas y varias motos con personal de seguridad no identificado. Los jugadores se acomodaron en diferentes vehículos –entre ellos, una pequeña buseta–, y sin más les pidieron que se pusieran unas capuchas que estaban en cada puesto. Así, cegados, salieron hacia el sur de Cali: y a toda velocidad, tal cual recuerda uno de los volantes del equipo.

Entonces llegaron a una lujosa casa en el barrio Ciudad Jardín, donde, una vez adentro, les destaparon las cabezas y los invitaron a bajar. Los personajes que los recibieron fueron Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, José Chepe Santa Cruz y Hélmer Pacho Herrera, capos del cartel de Cali () En un momento dado, mientras servían langosta, Miguel Rodríguez, alias el Señor, anunció, a viva voz, un jugoso premio para cada jugador si lograban llegar a los octavos de final en USA 94; otro aún más beneficioso si alcanzaban los cuartos de final; y una importante suma si conseguían llegar a las semifinales. Nadie se alcanza a imaginar el billete que nos prometieron en caso de coronar la final. Esa cifra era absurda, pero muy, muy, muy absurda, relata uno de los históricos de aquella Selección.

Luego, Gilberto Rodríguez, el Ajedrecista, le dio dinero en efectivo a un grupo de jugadores (de US$5.000 a US$25.000) y a muchos de ellos, uno por uno, mientras les entregaba un sobre, les recordó que era muy importante que apoyaran la candidatura de Ernesto Samper a la Presidencia. El mandato del presidente Samper nos va a quedar muy bien. Hablen en las entrevistas de él, que esa publicidad nos va a ayudar mucho, nos dijo. Y hubo jugadores que hicieron declaraciones en ese sentido, recordó uno de los defensas del conjunto nacional.

5. CAMPEONES DE LA TRAGEDIA El mismo 29 de junio, Andrés Escobar, silente y con la cabeza gacha, volvió a Medellín. El 2 de julio de 1994, cometió el error de creerse invisible entre su gente y, mientras se encontraba en el estacionamiento del estadero El Indio, luego de haber departido con unos amigos en una fonda, fue insultado por un grupo de borrachos quienes, iracundos, mencionaron el absurdo autogol ante Estados Unidos.

El zaguero de la Selección exigió respeto, ante lo cual Humberto Muñoz –el guardaespaldas y chofer de los hermanos Pedro David y Juan Santiago Gallón Henao, relacionados con el mundo del narcotráfico–, desenfundó un revolver calibre 38 y descargó seis tiros sobre la humanidad del futbolista.

Minutos después, en la clínica Medellín, falleció el defensa central de la selección Colombia, quien días atrás había intentado cortar un balón que se convirtió en el más inútil, absurdo y fatal autogol en la historia de los mundiales (…).

Funesto como ha sido el azar de Colombia, así también concluyó el sueño de una generación que llegó a su punto más alto la tarde del 5 de septiembre de 1993, cuando el equipo de Córdoba, Pérez, Perea, Mendoza, Herrera, Álvarez, Gómez, Rincón, Valderrama, Asprilla y Valencia le ganó por 5 goles a 0 a una poderosa Argentina, en el estadio monumental de River, en la ciudad de Buenos Aires.

A partir de ese momento, y en sólo ocho meses, aquella Selección de todos los tiempos saltó de la ovación a la balacera. Entonces el 5-0, inmortal y majestuoso, pasó su cuenta de cobro. Colombia creyó tener todo para ser la campeona del mundo, y lo fue. Pero en su torneo más exitoso: la tragedia.

ASÍ LO RECUERDAN EN ARGENTINA

Jorge García, repartidor Creo que al momento del partido estaba solo porque mi hijo era chico. Lo vi por televisión en casa y la verdad que no lo podía creer. Veía que entraba un gol de ellos tras otro, y que a nosotros no nos salía ni una jugada. No jugábamos tan mal como para estar perdiendo. Fue una desesperación. No podía creer cómo ellos llegaban y convertían y nosotros no. Aunque le ganemos 10 veces 5 a 0 no nos lo vamos a sacar de la cabeza nunca.

Luis, vendedor de diarios Vi el partido en casa, con mi vieja. Me quería morir. Yo ahora tengo 41 años, soy grande, así que tenía 20 años. A esa edad se sufre más que ahora. Fue un impacto bravo. No creo que hoy haya una rivalidad entre Colombia y Argentina hoy. En ese momento impactó un poco, pero con el tiempo, nono. No hay una rivalidad. Al contrario, me caen simpáticos los colombianos.

Carlos, dueño de restaurante Me acuerdo que fue en cancha de River, que el arquero era Goycochea. Y bueno, que fue una decepción perder con Colombia en ese momento cuando había tanta diferencia futbolística a favor de Argentina a nivel Selección. Fue como un choque, De la formación no me acuerdo muy bien, no la tengo muy clara en este momento. Pero sé que era un equipo con jugadores importantes y no era esperado. Inclusive, creo que fue la única vez que nos han ganado tan holgadamente. La rivalidad se siente con Brasil, no con ellos.

Rodríguez, vendedor colombiano que vive en Argentina Estaba en Colombia el día del partido. Fue una emoción muy fuerte. Es algo fuera de este mundo. Se siente uno como si se le saliera le corazón. Es fuerte. Y ahora estoy en la Argentina que fue el país que perdió, las cosas de la vida y del destino. A mí los argentinos que se me acercaron me han dicho que no van a olvidar nunca el 5 a 0. Mis amigos y conocidos. No siento ninguna rivalidad hoy entre colombianos y argentinos. Es como si hubiera sido un partido normal, como el de cualquier fecha. Fue un partido más.

Roberto, dueño de un local Lo vi en mi casa, por la televisión. Al tercero gol, decidí dejar de verlo. Era denigrante. ¿Para qué iba a seguir viendo? El Goyco (por el arquero Goycochea) se comió dos goles. Fue una vergüenza. Todavía hoy los colombianos nos siguen cargando con ese partido. Y así les fue, porque después no ganaron nada. Los colombianos siempre tratan de emular o ganarle al mejor, y ellos saben que el mejor es Argentina. Entonces le ganaron una vez y ya se sienten como que tocaron el cielo. Y después son un fracaso tras fracaso en los mundiales. Después de esa paliza Boca incorporó a tres colombianos que dieron mucha satisfacción así que todo bien con los colombianos. El único problema que tenemos con ellos es que Shakira lo abandonó a Antonito.

Adrián, vendedor Me sentí pésimo, como cualquiera que le gusta el fútbol y siente pasión por la camiseta argentina. Creo que si bien no existe hoy una rivalidad entre colombianos y argentinos por ese partido, tiene un gustito especial cada vez que se enfrentan las dos selecciones. Se recuerda ese resultado adverso y lógicamente los argentinos les queremos ganar, como sea.

(Testimonios recogidos por Ignacio de los Reyes, corresponsal de BBC Mundo en Buenos Aires)