Klopp, el entrenador alemán que entró al corazón del Liverpool. (Foto: AFP)
Klopp, el entrenador alemán que entró al corazón del Liverpool. (Foto: AFP)
Jerónimo Pimentel

No tiene mucho sentido un análisis táctico de una final, en términos estrictos, deslucida. El penal tempranero –y polémico– resolvió pronto el partido a favor del Liverpool y los ‘Spurs’ se vieron obligados a asumir un rol de posesión y ataque, rol para el cual no estaban preparados (Winks no habría sido titular, por dar un ejemplo). Dice mucho del último encuentro de la Champions League que ninguna de las figuras de ambas escuadras –léase Salah, Kane, Son, Mané– estuvieran en un día particularmente feliz. El partido se ahogó en la volante y, hasta los últimos 15 minutos, apenas hubo disparos al arco. Lo de Origi fue la confirmación de cierta jerarquía que, en el arco opuesto, faltó. Toda la épica y el drama se quedaron en las semifinales.

Lo de Klopp, sin embargo, merece un comentario. Había llegado segundo en dos ocasiones a la instancia final de este torneo y este triunfo es la recompensa a una carrera notable. Los grandes entrenadores de fútbol, más allá del estilo que abracen, entienden que las maneras y el resultado son dos caras de una misma moneda. El juego de Klopp es particularmente vistoso y entretenido. Se la ha llamado ‘Gegenpressing’ o ‘heavy metal football’, pero en cualquier caso la idea es recuperar la posesión de manera inmediata, apenas se pierde, bajo el supuesto de que ese es el momento en el que es más sencillo hacerlo, pues el rival no está ordenado y el jugador que tiene el balón no tiene control pleno del mismo. A ello se añaden otros conceptos: presión alta, línea defensiva casi al borde del mediocampo, movimientos en bloque con alta demanda física y mucha precisión en los pases. Así jugaba el Mainz, el Borussia Dortmund y, claro, normalmente es lo que muestra el Liverpool. Curiosamente, muchos analistas piensan que para implementar este tipo de juego se necesita de la participación activa de la “número 12”: una barra comprometida los 90 minutos para acompañar la exigencia atlética. Klopp la tuvo en el Westfalenstadion, donde año a año se marcan los récords de asistencia europeos, y, por supuesto, la tiene en el mítico Anfield.

Alisson Becker fue uno de los héroes en la hazaña del Liverpool ante el Barcelona por la Champions League. (Video: Youtube / Foto: Captura)
Alisson Becker fue uno de los héroes en la hazaña del Liverpool ante el Barcelona por la Champions League. (Video: Youtube / Foto: Captura)

¿Algo de eso se vio en el Wanda Metropolitano? No. La ventaja prematura cohibió el romanticismo y, ya en el segundo tiempo, con la entrada de Milner, Klopp decidió que era mejor frenar que apretar el acelerador. Apenas se le puede culpar por esa concesión al pragmatismo. El Tottenham no logró nunca enlazar a Delle Ali con Eriksen, Kane se mantuvo en calidad de desaparecido y el héroe contra el Ajax, Lucas Moura, apenas contó con un cuarto de hora para probar al magnífico Alisson Becker. Poco se le puede reprochar a Pochettino, quien logró colar a un conjunto que está en la segunda fi la del mundo a la gala mayor. No es poco elogio para el fútbol inglés, en tanto el propio técnico argentino como el entrenador alemán reconocen que el club a seguir es el Manchester City de Guardiola. Mientras, en otra ventana, Sarri celebra la UEFA del Chelsea.

La pregunta para la próxima temporada es cuál será la respuesta española, alemana e italiana a esta hegemonía británica. Pero para empezar a entrever una respuesta habrá que esperar hasta agosto, cuando pase la Copa América y el centro futbolístico vuelva al lugar donde nació.

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