Alcides Ghiggia, el autor de la conquista. (Foto: captura de pantalla)
Alcides Ghiggia, el autor de la conquista. (Foto: captura de pantalla)
Redacción DT

Fue y seguirá siendo, la hazaña más grande de la historia del fútbol mundial. Fue y seguirá siendo la tragedia deportiva de mayor impacto en el corazón de un pueblo. Maracaná acrecentó la fama Celeste, puso a en lo más alto de la consideración mundial y elevó el concepto de la garra charrúa. Y, también, significó el dolor más grande para un país que orgullosamente puede considerar que tiene el fútbol más exquisito.

Maracaná 1950. Con un 16 de julio inmortal. Sublime. No habrá otra historia similar jamás. Imposible que se repita porque no habrá nunca más un partido final de una Copa del Mundo que permita la consagración de un equipo con solo conseguir la igualdad.

Maracaná 1950. Un 16 de julio inmortal. Donde el silencio de las 200.000 personas en sus tribunas se hizo oír mucho más que el atronador ruido de bienvenida que se le entregó al combinado de Brasil.

A 69 años de aquella gesta de los leones uruguayos vale la pena recordar la final que trajo consigo una fabulosa conquista. En Brasil, Uruguay se adjudicó la Copa del Mundo ante el anfitrión.

Cuando el tiempo sigue avanzando, la distancia trae otro mundo y parece querer borrar todo de aquello que inmortalizó a los uruguayos, como el propio hotel en el que se alojó la delegación celeste en Río de Janeiro (hotel Paysandú) vale la pena recordar con orgullo la gran final del 16 de julio.

Porque como dice la canción de Julio Julián, no que hay que quedarse en Maracaná, pero hay que llevarlo prendido siempre como una escarapela y recordarlo cada 16 de julio.

(Ovación - El País)

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