En junio de 2003 apareció un hombre de origen ruso que puso de cabeza al fútbol. Su nombre era Roman Abramovich. Compró el Chelsea e invirtió una fortuna de 166 millones de euros (de los 13,4 mil millones que tiene) para volverlo uno de los mejores equipos del mundo. Esto trajo frutos, por ejemplo, el año pasado, cuando su equipo se consagró campeón de la Champions League.

Hay quienes critican la actividad de Abramovich en el club inglés. Estos alegan que sus espectaculares compras han inflado el mercado en el ‘Viejo Continente’. Hoy esas críticas se vuelven a escuchar en Europa. Ya no por el dueño del Chelsea, sino por otro magnate ruso que ha aparecido para invertir en el fútbol. Se trata de Dmitri Rybolovlev, dueño del AS Mónaco.

Rybolovlev ha roto el mercado con los ya anunciados fichajes del colombiano James Rodríguez (45 millones de euros) y el portugués Joao Moutinho (25 millones). Además, está a punto de anunciar la contratación de Radamel Falcao García. Para hacerlo primero deberá pagar los 60 millones de la cláusula de rescisión que tiene con el Atlético de Madrid. Su sueldo será de 14 millones por temporada.

¿QUIÉN ES DMITRI RYBOLOVLEV? La pregunta que todos se hacen es de dónde salió este magnate ruso. Actualmente de 46 años, pero a los 29 pasó once meses en prisión acusado de ordenar un asesinato en su casa. Luego de arduas investigaciones se comprobó que no era culpable. Igual, durante su permanencia en Rusia, sufrió varios atentados por lo que decidió irse a vivir a Suiza.

Rybolovlev nació en la ciudad industrial de Perm. Sus padres eran médicos. Él también trabajó como uno. Luego montó un proyecto junto a su papá, Eugeny, para el tratamiento médico alternativo usando campos magnéticos. Muchas empresas pagaron por estas cifras que cada vez iban subiendo. Y es que este aprovechó que Rusia se encontraba en crisis económica para hacer crecer su negocio.

Así ganó su primer millón de dólares. Luego se marchó a Moscú para estudiar y ser agente de bolsa. Entonces su fortuna se disparó. Fundó un banco y compró las acciones de las principales empresas de su ciudad natal.

Ahora se dedica a hacer crecer su fortuna y cumplir algunos caprichos. Uno de ellos es el fútbol. El otro, comprarle regalos a su hija Ekaterina de 24 años. Hace poco le compró un departamento en Nueva York por 68 millones y la isla griega de Skorpio por 117 millones.