"Estrellas solitarias", por Ricardo Montoya
"Estrellas solitarias", por Ricardo Montoya
Ricardo Montoya

–Me da dos tacos al estilo Mundial.
–¿Cómo es eso?
–Sin Chile, por supuesto.
Memes ingeniosos como el descrito, burlas despiadadas, sarcásticos minutos de silencio, agravios de todo calibre e irónicos titulares en los medios son apenas algunas de las numerosas muestras del festejo de Sudamérica por la distancia insalvable que separa a la selección chilena de la próxima Copa del Mundo.

Aunque agria y revanchista, la unánime reacción continental es explicable. Algunos miembros de este elenco mapuche sistemáticamente han intercambiado hostilidades con distintos representativos patrios. Basta recordar la vejación a Cavani en Santiago, las pintas en el vestuario de Lima y cada una de las declaraciones beligerantes de Vidal contra Bolivia, para entender el contexto. La ‘generación dorada’ está cosechando las tempestades que sembró fuera del campo. “El error consistió en creer que la tierra era nuestra”, profesaba el eterno poeta mapuche Nicanor Parra en uno de sus escritos ecológicos. Y aunque no hablaba de balompié, la frase es aplicable perfectamente a la actitud cargada de soberbia de algunos jugadores de la Roja. Es que a varios de los bicampeones de América, las copas (las doradas y las llenas de licor) parecen que se les subieron a la cabeza. Por lo menos, es lo que –se dice– habría comentado, en confidencia, Sampaoli a sus amigos más íntimos.

“El nacionalismo es creer que el hombre desciende de distintos monos”, comentó agudo el humorista Jaume Perich. No le falta razón. Que Vidal, Jara o Medel, en menor medida, exacerben odios ancestrales o fabriquen nuevas inquinas desde su verborrea no debe tomarse de ninguna manera como una referencia de todo lo que ha sido esta selección chilena. Y siendo justos, cuando dos de ellos, Arturo y Gary, se dedicaban exclusivamente a jugar fútbol, la admiración surgía de inmediato. Jara, en cambio, era un lunar violento en un equipo de primer orden.

Es injusto olvidar el juego que Chile ha regalado al fútbol mundial durante los últimos años. Desde Bielsa en adelante la Roja exhibió una elevada vocación ofensiva, una dinámica ejemplar y una fiereza notable por recuperar el balón. Se trataba de una escuadra con identidad, que no especulaba nunca, y que tenía artistas como Alexis y el ‘Mago’ Valdivia en su plantel. No cualquiera pone contra las cuerdas a la mejor España de la historia. Fue angustiante la victoria ibérica por 2-1.

Tras la siembra de Bielsa, Sampaoli prosiguió la obra magna, agregándole a toda la intensidad táctica que había desarrollado Marcelo, una mejor dosis de distribución de la pelota. Ese equipo rompe maldiciones, conquista su primera Copa América y es apeado de Brasil 2014 por penales frente a los locales, en un partido de infarto. Ese mismo plantel se dio el gusto de cobrarse el desquite contra España, por entonces campeón del mundo. Pese al estupendo trabajo en el Mundial, ya se escuchaban rumores de que ese era un grupo de jugadores imposible de manejar.

Tras la salida de Sampaoli, asumió Pizzi y la Roja continuó con su ritmo victorioso en Estados Unidos. No solo volvieron a anular a Messi en la final, sino que barrieron, dando espectáculo, a Colombia y México en las instancias previas. La ‘generación dorada’ dictaba cátedra en cada partido. Los aztecas recibieron 7 goles antes de volver a casa humillados. La estrella solitaria resplandecía con el brillo de sus astros.

El resto es historia por todos conocida. Debacle dentro y fuera de la cancha. Tristeza en Chile y alegría en los demás países. Afortunadamente la patria del amante del fútbol es la pelota. Los nacionalismos, las heridas y los oprobios cederán eventualmente ante el recuerdo de una selección que asombraba en la cancha. Un equipo que siempre pensaba en el arco contrario y que seguramente será extrañado en el Mundial de Rusia.

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