Zlatan Ibrahimovic es hoy un triunfador. Incluso uno de los mejores centrodelanteros del mundo. Además, juega en uno de los equipos más adinerados: el Paris Saint Germain. Ahora todo es color de rosa en su vida, pero alguna vez fue negro. Zlatan sufrió mucho de pequeño: “No tenía hambre, tenía mucha hambre”, recuerda el delantero sueco.

Ibrahimovic tuvo una vida marcada por el dolor. Tenía una madre divorciada y un padre afectado por el alcohol y la guerra de Bosnia. Zlatan creció en el seno de una familia complicada. Una familia afectada por la pobreza. El delantero sufrió tanto que pidió a su esposa que la refrigeradora de su casa siempre estuviera llena para sus hijos.

El sueco creció en el barrio de Malmo, donde “violar la ley” era la única forma de divertirse. “Robé muchas bicicletas. También robábamos coches. Era como vivíamos. Hacíamos esas cosas por la adrenalina, la motivación. Vengo de Rosengrd. En Suecia se considera un gueto, pero para mí era un paraíso. Crecí allí y tenía muchos amigos”, reconoció en su autobiografía.