Renzo Gómez Vega

Todo comenzó en el 2005, en una reunión en Montevideo, entre dos señores poderosos: Tabaré Vázquez, el presidente de Uruguay de aquel entonces, y Joseph Blatter, el suizo que presidió la FIFA durante diecisiete años.

Vásquez le planteó una ilusión: que la Copa del Mundo del 2030, la que conmemorará los cien años de Uruguay 1930, se realice en su país. En palabras más espirituales, que complete el círculo.

Uruguay, el país anfitrión, ganó el primer Mundial de la historia.
Uruguay, el país anfitrión, ganó el primer Mundial de la historia.
/ CENTRO DE FOTOGRAFÍA

Desde ese lejano 2005 hasta el último martes, en el que dirigentes de Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile oficializaron su candidatura en el Museo del Fútbol, en Montevideo, hubo muchos vaivenes.

En principio, Blatter fue inhabilitado, borrado y castigado de la FIFA por escándalos de corrupción y Vázquez ya dejó este mundo.

La idea inicial de Uruguay era postular en dupla junto a Argentina, porque no contaban con la infraestructura necesaria para organizarlo por sí solos.

Luego hubo varios años de desinterés e incertidumbre. Pero a finales del 2017 se creó una comisión binacional para diseñar un plan. Parte de ese plan fue presentar a Luis Suárez y a Lionel Messi como embajadores.

Sin embargo, el paraguayo Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol desde el 2016, hizo presión para que sumaran a su país. Un hecho que no cayó bien en Uruguay, que amenazó con renunciar al proyecto. Lo cierto es que en el 2019, por gestiones del entonces presidente de Chile, Sebastián Piñera, los sureños se metieron a la colada con el pretexto de fortalecer la propuesta en cuanto a infraestructura. Un detalle no menor, pues el Mundial del 2030 recibirá a 48 países.

La coalición se formalizó esta semana, cuando dirigentes y ministros de Estado de los cuatro países mencionados se reunieron en el mítico estadio Centenario para dar sus argumentos de por qué merecen organizar la vigésima cuarta edición de los mundiales de fútbol.

“Este no es el sueño de una sola persona, es el sueño de un continente. Habrá más mundiales, pero cien años se cumplen solo una vez, y se debe volver a casa”, justificó Alejandro Domínguez, mandamás de la Conmebol.

Domínguez, el presidente de la CONMEBOL, es el principal impulsor de la coalición.
Domínguez, el presidente de la CONMEBOL, es el principal impulsor de la coalición.
/ Matilde Campodonico

En esa misma línea se pronunció Ignacio Alonso, presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol: “Es justo celebrar los cien años de la Copa del Mundo en el lugar donde comenzó”.

Todos estaban de terno, pero declararon con la camiseta puesta.

Sebastián Bauzá, secretario nacional de Deportes de Uruguay, dijo con énfasis: “Somos un equipo, somos cuatro países y cuatro federaciones. Se trabajará alrededor de catorce estadios. Estamos convencidos de que podemos hacerlo”.

Los competidores

Aunque su discurso romántico puede encandilar a la platea, no la tendrán fácil: a mediados de 2021, España y Portugal lanzaron su candidatura conjunta. Y según las informaciones recientes, todo indica que Grecia, Arabia Saudita y Egipto también lo harán en bloque.

La decisión se conocerá todavía en el 2024, cuando la FIFA, el ente rector, lo lleve a votación. De momento, las razones sudamericanas arrancan más de un suspiro: que la fiesta más grande del fútbol regrese a su cuna. Qué conmovedor.