Óscar Washington Tabárez, entrenador de Uruguay. (Foto: Reuters)
Óscar Washington Tabárez, entrenador de Uruguay. (Foto: Reuters)
Guillermo Oshiro Uchima

Hace una semana, durante una conferencia de prensa previa al duelo ante Japón, fue calificado por un periodista nipón como “el técnico más carismático del mundo”. No era un elogio gratuito. Cada respuesta del uruguayo convertida en reflexión evidenciaba su estatus de ‘Maestro’ –antes de dedicarse al fútbol fue educador en una escuela primaria de su país–. Jamás ha perdido su vena de formador, esa virtud que lo ha acompañado en los vestuarios de la durante 13 años.

Su impecable foja de servicio con los charrúas incluye tres clasificaciones mundialistas de manera consecutiva, un cuarto lugar en Sudáfrica 2010 y un título de Copa América en el 2011. Cualquier colega suyo podría darse por servido con tamaños logros al mando de un combinado nacional de un pequeño país de 3,5 millones de habitantes repartidos en 176 mil kilómetros cuadrados. Pero el mayor logro de Tabárez no está en los resultados tangibles, sino en las lecciones de vida que han moldeado el comportamiento del futbolista uruguayo hasta llevarlo al éxito deportivo.

Hace menos de una década se asociada a los celestes solo con la garra, que sigue siendo el santo grial de un estilo impregnado por la heroicidad de Obdulio Varela liderando a un grupo de espartanos en el inolvidable Maracanazo del 50. Con el ‘Maestro’ fueron recuperando otras virtudes. No bastaba solo con el temperamento, había que añadirle juego y calidad bajo un nuevo dogma conductual en donde la valentía estaba disociada de la matonería. No más expulsiones. El ganar como sea no cabe en el manual de Tabárez.

“La fortaleza tiene que ver fundamentalmente por los valores humanos: el respeto, la solidaridad. Tener mucho amor por tu deporte y tu país son elementos que se hacen intangibles para muchos y contra los que el rival no puede hacer nada. La palabra que resume todo esto es actitud”, explica el estratega de 72 años. Ahí radica su secreto. Formar a los futbolistas de manera positiva –se valora el trabajo en equipo y no las individualidades, aclara siempre– le ha dado réditos importantes para colocar a Uruguay en el primer orden del fútbol mundial.

Su sapiencia futbolística, por supuesto, también ha tenido mucha influencia en el recambio generacional de los charrúas. Las partidas de Diego Forlán, Diego Lugano, Sebastián Abreu, el ‘Ruso’ Diego Pérez, Egidio Arévalo Ríos, Álvaro Pereira, Walter Gargano… suponían una etapa de trance. Pero el ‘Maestro’ ha renovado su equipo con José María Giménez (24 años), Federico Valverde (20), Rodrigo Bentancur (22), Lucas Torreira (23), Nahitan Nández (23), Georgian de Arrascaeta (25), Diego Laxalt (26), Giovanni González (25) y Gastón Pereiro (24). Siempre con el 4-4-2 como sistema madre, y con evidentes retoques en la estética de su juego en el mediocampo debido a los nuevos intérpretes, hay Uruguay competitivo para rato.

Tabárez confiesa que ha aprendido mucho de “Legacy”, del escritor inglés James Kerr. El libro inspirado en los All Blacks, el mítico equipo de rugby de Nueva Zelanda, revela 15 lecciones de liderazgo para la vida. La suya al mando de la Celeste también merecería tener un espacio en esas páginas.

Apoyado sobre un bastón para caminar debido a una neuropatía crónica que afecta la movilidad de sus extremidades, Óscar Washington Tabárez siempre da pasos firmes. El destino ha querido que en esta Copa América Perú se cruce en su camino. Solo esperamos que este sábado no sea el día del ‘Maestro’.

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