El 24 de setiembre de 1983, hace exactamente 30 años, el argentino Diego Armando Maradona fue víctima de la falta más dura en su carrera deportiva, la de Andoni Goikoetxea.
El Barcelona, equipo en el que militaba en aquel entonces Maradona, recibió en el Camp Nou al Athletic de Bilbao en un partido de la Liga española de fútbol. Todo transcurrió según el guión hasta el minuto 12 de la segunda parte, cuando el argentino fue cazado por el defensor español. Aquel partido terminó con un 4-0 a favor de los azulgranas.
El ‘Pelusa’, considerado por muchos como el mejor futbolista de la historia, estuvo tres meses y medio apartado de los terrenos de juego por una triple fractura en el tobillo izquierdo y desgarro en el ligamento lateral interno de la misma articulación.
Goikoetxea le rompió a Maradona el maléolo interno, el maléolo externo y el marginal posterior de la tibia. Bestial: así definió la entrada Maradona.
El Diego cuenta en su libro que si hubiera sido enyesado, el tobillo le habría quedado duro, que habría perdido parte de su juego, pues su cambio de ritmo y su gambeta estaban cimentados en la flexibilidad de esa parte de su cuerpo.
El Dr. González Adrio fue quien lo operó, pero el encargado de su recuperación fue el Dr. Rubén Oliva. Aquel médico fue el que presionó para que Maradona no sea enyesado y lo hizo pisar el suelo a los dos meses, poco más de cien días después (y en medio de estos tratamientos poco ortodoxos) la estrella argentina volvió a jugar.