Jerónimo Pimentel

La contratación del extremo ucraniano Mykhailo Mudryk por parte del Chelsea –a un costo de 100 millones de euros– es extraordinaria. Pero no tanto por el monto, de por sí llamativo pero ya no inusual en el mercado europeo, y ni siquiera porque el fichaje fue una acción repentina que anuló la oferta del Arsenal, club que tenía varios meses de negociación en curso con el Shakhtar Donetsk, sino por el motivo que llevó a que el joven crack eligiera una camiseta en vez de otra: el Chelsea incorporó en su oferta 25 millones de euros que, luego, fueron donados a las fuerzas armadas de Ucrania por el dueño del Shakthar, Rinat Akhmetov.

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El fútbol y la guerra son dos viejos conocidos que normalmente se evitan, pues lo primero no ocurre cuando lo segundo surge, por lo que no son comunes los momentos en los que ambos fenómenos se entrelazan. Sin embargo, hay episodios históricos que saltan a la memoria a propósito del gesto de Mudryk y Akhmetov, como el encuentro navideño entre británicos y alemanes en la Primera Guerra Mundial, o el conflicto entre Honduras y El Salvador en 1969. Ninguno de ellos es tan memorable, sin embargo, como “El Partido de la Muerte” jugado por futbolistas ucranianos del Dynamo y el Lokomotiv de Kiev en 1942.

La historia es conmovedora. Disueltos los clubes por la ocupación nazi, algunos futbolistas consiguieron trabajo como panaderos para asegurar un sustento diario. Ahí se organizaron mínimamente y, bajo el nombre de Start FC, celebraron partidos contra conjuntos húngaros, rumanos y alemanes. Los ganaron todos. El penúltimo de ellos fue contra un equipo de la Luftwaffe, el Flakelf, al que vencen 5 a 1 y que exige revancha. Esta se convierte en un punto de propaganda: los éxitos futbolísticos amenazan con despertar un fuego de resistencia nacional; una victoria del Reich, por otra parte, alimentaría la narrativa del nuevo orden. El match definitivo, arbitrado por un miembro de la SS, se cierra con una victoria de 5 a 3 para los ucranianos. Varios de ellos mueren días después asesinados, torturados o en campos de concentración.

El partido ha sido romantizado en ‘Escape a la victoria’, largometraje famoso también por contar en su elenco a Pelé. Pero lo que en la película de Huston es un alegato multicultural contra el racismo nazi, y una denuncia contra los horrores de las dictaduras totalitarias, en la realidad fue un episodio confuso donde la propaganda nazi y la soviética combatieron para apoderarse del poder simbólico de un encuentro deportivo.

Hoy, cuando los historiadores tratan de separar el mito de los hechos, el fichaje de Mudryk funciona también como un recordatorio de cómo en Ucrania las historias de muerte y fútbol parecen más entrelazadas que en ningún otro sitio. En palabras de Akhmetov: “Solo podemos hablar del fútbol ucraniano gracias al Ejército de Ucrania, el pueblo de Ucrania y el enorme apoyo que hemos tenido durante este periodo increíblemente duro. Y la única forma en la que podemos derrotar al mal que ha venido a nuestras casas es trabajando juntos”.

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