(Foto: EFE)
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Jorge Barraza

Atlético de Madrid 7 - Real Madrid 3… Suena a efeméride, a cita histórica, pasó el viernes. El Atleti obrero le encajó siete al archirrival galáctico. Hace sesenta años le hubiesen pedido al cronista enviado al estadio repetir la información para confirmar la veracidad del dato, ahora no hace falta: se estaba viendo por TV. A los 51 minutos ya iba 6 a 0. La llaga arde más por ser el Atlético el verdugo, al que ya no le puede ganar más con la camiseta, como pasó durante dos décadas, en los aciagos tiempos colchoneros. Desde la llegada del Cholo Simeone cambió todo. Ahora pierde más de lo que gana el Madrid frente a su ancestral enemigo. La libreta negra de las derrotas catastróficas (esta lo fue), tiene otros dos antecedentes. Un 0-6 ante Independiente de Avellaneda en 1953 en el propio estadio Chamartín (hoy Bernabéu) y con Di Stéfano en campo, en tiempos en que los de acá iban y les daban tundas memorables. Y un 1-9 a manos del Bayern Múnich en agosto de 1980, amistoso también. Son manchas que no salen con nada. Y lo de amistoso no quita lo vergonzoso.

“Es un partido de pretemporada, ellos han sido mejores en todo y ya está. No hay más que hablar”, simplificó Zinedine Zidane, entrenador madridista. Que le pregunte a los hinchas si ya está. Es un partido de pretemporada, sí, pero el bochorno no terminará al iniciarse la liga, el recuerdo durará años. ”Jamás había sufrido y sentido una humillación semejante”, escribió Tomás Roncero,periodista partidario del diario AS en su columna titulada “Suicidio deportivo”. Zidane es muy flemático, el hincha no tanto. El marsellés ha ganado tres veces seguidas la Copa de Europa, aunque la gente no sabe qué creer, si fue suerte, si era mérito exclusivo de los jugadores, si por los arbitrajes, si el peso de la camiseta… Pero no le adjudica mayor influencia al técnico. Y ante el primer descalabro, sospecha de su capacidad táctica. Piensa que está allí por lo que fue con pantalones cortos y porque tiene suerte. “La flor de Zidane” es una de las frases más pronunciadas de España.

Cuando Ecuador cayó goleado 4-0 por Uruguay en el debut de la Copa América se dijo que era un resultado sacatécnico. Y Bolillo está con el respirador artificial. Este 3 a 7, si no lo saca, lo pone en el banquillo de los acusados a Zidane. Que fue convocado en esta ocasión por Florentino Pérez para desguazar el equipo que dio pena la temporada anterior y armar uno nuevo. Lo que se dio en llamar “la revolución”. Pero sucede que siguen jugando los mismos de siempre más Hazard, quien naufragó como lo haría cualquier recién llegado en un equipo que es despedazado por el adversario. Y los mismos de siempre ya fagocitaron dos técnicos antes de Zidane: Lopetegui y Solari. Zidane también se había marchado inesperadamente.

El Madrid siempre ha sido atinado para moverse en la feria de los pases. Comprando y vendiendo. Este año parece querer imitar las torpezas de su contrincante estelar, el FC Barcelona, que fichó a Coutinho y Dembelé por 300 millones de euros y ahora no sabe si venderlos por kilo o arrumbarlos en el garaje. A propósito, el presidente Bartomeu acaba de cesar a su tercer director de fútbol consecutivo -Pep Segura- autor material de dicho despilfarro. Antes se habían ido de igual modo Robert Fernández y Andoni Zubizarreta, gestores de otras docenas de contrataciones ruinosas, que costaron títulos, porque nadie sale campeón comprando mal. Ése es el punto neurálgico del fútbol profesional: saber fichar. Al Barcelona se fueron yendo los mejores años de Messi sin haberlo rodeado adecuadamente, pero habiendo gastado centenares de millones.

El Madrid tiene un plantel numerosísimo que necesita desagotar. También, por poderoso que sea, precisa hacer caja para poder fichar. Los magros resultados y los altos contratos dificultan los traspasos de quienes deben salir. Por ello, se van cedidos, a préstamo. Y los que llegan cuestan fortunas. Hazard es un notable jugador, está probado, aunque si el conjunto no funciona puede que no brille. Como es habitual, le falta juego al equipo blanco. Hasta cuando las Champions le faltaba. No juega a nada. Ahora que está unos años más viejo y aburguesado, se le nota más.

Zidane se ha plantado en que quiere a Pogba sí o sí. Y cuanto más lo reclama, más le aumenta el precio el Manchester United. Pero ¿será Pogba la píldora que remedie los males del Madrid…? Huuummmm… Pogba también le costó una fortuna al United y no le solucionó nada. Al contrario, se fue hundiendo cada vez más. Ni por liderazgo ni por juego parece un jugador indicado para dar vuelta el bote. El 3 a 7 del viernes no sólo es un bochorno (aunque no haya puntos en juego), también es un incordio para negociar las transferencias y para trabajar pacíficamente en el armado del equipo.

El Madrid ha quitado del arco a Keylor Navas, de excepcional rendimiento en todo su paso por el club, para dárselo a Courtois, un arquero normal, vulnerable, con el cual las que van adentro siguen su curso. El jueves, Courtois había declarado con su proverbial autoestima elevada: “Ya se sabe quién es el número uno en el arco del Real Madrid”. Cuando todo indicaba que se marcharía Kroos, acaso el volante más cómodo de Europa, le renovaron por tres años. Marcelo sigue, Isco sigue. Modric, quien tuvo una temporada casi en blanco (aunque recibió el Balón de Oro) y cumple 34 años en septiembre, sigue. Bale, de quien Zidane declaró “ojalá se vaya mañana si es posible”, sigue…

Harto de las ínfulas y los pedidos de Cristiano Ronaldo, Florentino Pérez le dio salida por un precio de liquidación y no pudo reemplazar sus goles, algo que todo el mundo le está achacando desde hace un año. Las críticas por la salida del portugués están arreciando como nunca ahora, y mañana lunes, como si fuera una cachetada al presidente, el diario Marca entregará en el teatro Reina Victoria de Madrid el importante Marca Leyenda, un premio a la trayectoria, al goleador de Madeira.

A falta de tres semanas para comenzar la liga, el club de Di Stéfano y Bernabéu no genera ilusión a sus millones de hinchas, necesita de una vez renovar el equipo y desprenderse de al menos media docena de efectivos en operaciones que no serán para nada rentables. Pero la plata va y viene. Hoy, el problema son los siete goles del Atlético. Y el presagio que conllevan.

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