Marco Quilca León

Segundos antes, Alexander Succar peleó y ganó un balón suelto sobre la línea de occidente del césped de Matute. Avanzó firme ante los insultos y la mirada atónita de los hinchas que estaban cerca y dejó en el suelo a Yordi Vílchez, uno de los centrales más regulares de Alianza Lima en el año. Ya frente a Christian Ramos, metido en el área, solo tuvo que amagar hacia adentro para encontrarse con el pie del defensor. Penal. Le pidió el balón a Quina, encargado de los cobros desde los 12 pasos en Universitario, con la confianza ganada por su jugada previa y remató fuerte con esa convicción que forjó en estos años de carrera. O de lucha. Porque antes de sentenciar el clásico, el delantero estuvo a punto de retirarse por las lesiones.