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Sus dos nombres bíblicos lo definen como un creyente a tiempo completo. Ángel David Comizzo, técnico de Universitario de Deportes, ha profesado durante 58 años una fe incondicional a las palabras. Como el arquero que fue en Argentina y México, hoy anticipa al adversario con un discurso alejado de cualquier dosis de anestesia. “Sporting Cristal no está a la altura de la U y Alianza... imposible”, dijo el entrenador crema y empezó el debate abierto en redes sociales, radio y televisión. Comizzo le entregó sus mejores años a River Plate, pero su principal costumbre siempre es irse de boca.
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La medición de la grandeza de un equipo profesional no es reciente para Comizzo. “Alianza Lima es el segundo grande del Perú”, dijo en su conferencia de prensa de presentación como técnico de la U, en diciembre del 2012. Un año después, fue campeón nacional con los cremas.
Esos tiempos fueron los más felices como técnico de Comizzo. En la definición con Real Garcilaso, en el estadio Huancayo, la ‘U’ tuvo altura. Y como si estuviera marcado por vivir en los extremos de la pasión futbolística, Ángel David se fue del club crema para intentar destacar en México. De regreso al Perú en el 2016, pasó los días más nublados como estratega al descender con la Universidad César Vallejo.
De ser campeón al descenso, de ser culpado en finales por errores en el arco y atajar penales para el único campeonato logrado por el Morelia en su historia. Alentado por hinchas de River, proscrito en cualquier jirón del barrio de la Boca. Aplaudido por hinchas cremas al representar el único título nacional estudiantil de la década pasada, pero también resistido por la forma cómo dejó escapar el título 2020 en la final frente a Sporting Cristal. El currículum de Ángel Comizzo, con tantos vaivenes, tiene tantos antónimos como títulos logrados.
-Tribuna caliente-
Desde sus años como golero, Ángel David ofrecía declaraciones calientes, al compás del bombo de una barra brava. “Yo miro a los hinchas de Boca Juniors y pienso... pobrecitos”, respondió en un programa televisivo argentino en los inicios de los años noventa.
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En esos tiempos, el discurso de Comizzo fue repetido en programas deportivos como “Fútbol de Primera” y en otros más cómicos como “Video Match”. Ese firmado trascendió generaciones y, antes de la final de la Copa Libertadores 2018, se viralizó como un “meme”.
Frontal a tiempo completo, sin filtros frente a un micrófono, con la pierna en alto como en esa patada que le pegó al delantero Carlos Hermosillo en la final del torneo mexicano de 1997. Así vive sus días un casi ingobernable Comizzo.

Cuando vivía sus mejores años en River, de un momento para otro, fue enviado al banco de suplentes en 1992. El técnico millonario era Daniel Alberto Passarella, otro conocido por su fuerte temperamento. “Lo que se filtró, desde el entorno del mismo Passarella, fue que Comizzo iba a ir para atrás en la definición con Boca. Es decir, que era “un vendido”. Pero con los años eso quedó desmentido y se confirmó que lo que hubo fue una discusión fuerte entre Comizzo y el asistente técnico, Américo Gallego, quien siempre se caracterizó por sus formas muy toscas. Cuando Ramón Díaz lo hizo volver en el 2001, Comizzo vivió una reivindicación”, nos cuenta Diego Borinsky, ex editor de la revista “El Gráfico” y biógrafo del técnico sudamericano de moda, Marcelo Gallardo.
—Técnico sin ángel—
En River Plate se le recuerda como un arquero inteligente, un arquero jugador como Gatti. Muy querido por los hinchas aunque no al nivel de Armani o Barovero. Periodistas argentinos coinciden en que si Comizzo vuelve a un Monumental de Núñez con público va a escuchar ovaciones, aplausos y su nombre en un coro abrumador.
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Aparició imponente en el arco de River. Logró el campeonato nacional en 1990 y hasta viajó como tercer arquero, convocado de emergencia por la lesión de Nery Pumpido, al Mundial de Italia. Después del incidente con Passarella y Gallego, Comizzo tuvo que reconstruir su historia en Banfield y en el fútbol mexicano.
Su nacimiento en Reconquista (Provincia de Santa Fe) también pudo anticipar lo que fue su carrera en el fútbol. “Comizzo siempre está volviendo”, escribió Borinsky, en alusión a una frase del rockero Andrés Calamaro. De esa manera, arrancó su texto en “El Gráfico” publicado en el 2001, cuando Ángel David regresaba a River Plate con casi cuarenta años de edad. Esa debilidad por el punto de retorno, lo trajo de vuelta a Universitario a mediados del año pasado.
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“Uno construye una valoración de los personajes a través de su imagen pública, de sus declaraciones y su comportamiento ante diferentes situaciones. En ese plano, ubico a Comizzo en la columna de los Sergio Ramos, los Pepe, Cantoná, Lugano, Hugo Sánchez, Neuer, Mourinho, Van Gaal… No les quito un céntimo de valor deportivo, simplemente me representa otro tipo de futbolistas o entrenadores: Messi, Iniesta, Bochini, César Cueto, Puyol, Gareca, el Maestro Tabárez”, me responde Jorge Barraza, trajinado periodista argentino y columnista dominical de este Diario.
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Hace tres años, Comizzo firmó otra frase para levantar a las tribunas. “Cruz Azul volverá a ser campeón cuando me contrate como técnico. Me deben un título”, comentó hace tres años. La deuda referida tiene que ver con la definición de 1997. El día de la patada a Carlos Hermosillo.
“No sé por dónde podría entrar a Cruz Azul después de lo que pasó con Hermosillo. Siempre quedó esa mala imagen en el recuerdo de los aficionados. Yo creo que solo se quería promover”, sentencia Mac Reséndiz, reportera de ESPN México.
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En el fútbol azteca jugó durante seis temporadas y allí tampoco pudo atajar la polémica. No hubo lugar en el que el actual técnico merengue no lleve tatuado el rótulo de conflictivo. Apenas volvió a Lima, hace dos semanas, le envío cartas notariales a algunos periodistas de radio por afirmar que mandó a lesionar a un jugador de Cristal en la última final del torneo peruano.
A pesar de su nombre conciliador, a Comizzo nunca le importó ser un técnico con ángel.
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