Como reza el viejo axioma, por Ricardo Montoya. (Foto: @BocaJrsOficial)
Como reza el viejo axioma, por Ricardo Montoya. (Foto: @BocaJrsOficial)
Ricardo Montoya

No parecía posible, pero estaba ocurriendo. Todavía faltaban 25 largos minutos para que termine el partido y mientras que Boca ingresaba algunas de sus armas más contundentes como Mauro Zárate, ‘Wanchope’ Ábila o Marcone, en la ‘U’ hacían debutar a un grupo de adolescentes: Carpio, Valverde y Camacho. Los jóvenes merengues se estrenaban ante el poderoso hexacampeón de la Libertadores. El riesgo era alto, pero Gregorio Pérez lo corrió con el aplomo que da la experiencia. Un posible descalabro no tenía por qué modificar su apuesta por el futuro crema. Buenas señales llegaban desde San Juan.

En el encuentro, los jugadores de la ‘U’ convivieron, en poco tiempo, con dos de las sensaciones vitales que ofrece el fútbol: la euforia y la frustración. A una primera parte bien estructurada defensivamente y con una rápida recuperación de pelota en media cancha gracias a Barco y Alfageme, le siguió, tras la pausa, un desorden preocupante. La ‘U’, que arrancó con una mecánica colectiva sincronizada y una correcta circulación de pelota, empezó a reducirse por el paulatino cansancio de Millán y la discreta tarea de sus dos extremos. Quintero estuvo muy por debajo de su nivel habitual y Urruti madura despacio su adaptación a su nuevo equipo.

De todas formas, con sus limitaciones en cuanto a asociarse fluidamente, Universitario sostenía el resultado sin mayores problemas, hasta que el juez Pitana entendió como penal el impacto de un balón que chocó casualmente en el brazo pegado al cuerpo de Nelinho Quina. Es solo después de este fallo discutible que Universitario se desorienta y pasa a ser dominado. Hasta ese momento clave, la ‘U’, sin ser profundo, le discutía el partido a un coloso que no estaba en su mejor tarde. Boca, como bien registra el diario “Olé”, pareció plegarse al hábito sanjuanino de la siesta y jugó el partido adormilado.

El balance del viaje a Argentina arroja números azules. Los cremas tienen ahora dos centrodelanteros interesantes y de distintas características. Mientras Succar es el ‘9’ potente y clásico con gol, Dos Santos, que conmueve por su entrega, puede replegarse para elaborar y luego convertir. Inclusive, y si es que así lo ensaya Pérez, ambos podrían compartir la titularidad sin superponer funciones.

Otro de los males de la ‘U’ el año pasado ha sido la carencia de un volante generador de ataques y de goles. Este déficit podría superarse si es que Donald Millán se pone en óptimas condiciones físicas. En el primer tiempo ante Boca demostró que es injusto encasillarlo únicamente como un buen jugador de altura. Si a sus dotes técnicas y a las de fantástico temporizador del juego le agrega el indispensable despliegue que exige la modernidad futbolística, Universitario puede tener un muy buen conductor dentro del campo en la temporada. Así está la ‘U’ en las canchas. Reencontrándose.

Boca Juniors venció por 2-0 a Universitario (17/01/2020)

Estos vientos que soplan favorables para los cremas en lo futbolístico se pueden convertir en ventiscas si no se impone la coherencia y la tranquilidad institucional que amerita su historia.

No se puede construir un proyecto serio sobre bases endebles. Es muy difícil gestionar un club y hacerlo próspero mientras exista la incertidumbre de qué administración será mañana la encargada de manejar la institución. La ‘U’ tiene, como reza el viejo axioma, que ser siempre “más grande que sus problemas”.

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