HORACIO ZIMMERMANN @Horacon Redacción online

Dejó la banda y se fue al encuentro de sus compañeros. A los lejos se podía adivinar su emoción. Abrazos, arengas y una que otra lágrima. La alegría de Garcilaso era infinita. Era tiempo de festejar. Aunque sin dejar de lado que se había perdido. Estamos dolidos por la derrota pero felices porque clasificamos. Hay cosas para mejorar. Queremos más y sabemos que es posible.

De los ojos de Jhoel Herrera todavía brota un brillo a lágrima. El lateral mantiene la ilusión de seguir avanzando en la Copa. Para él y sus compañeros, Garcilaso aún puede dar más en el torneo. La clasificación es solo la consecución de un primer objetivo. El otro es avanzar hasta donde se pueda. Pero mantiene los pies sobre la tierra. Y es que esto va más allá de un pase a octavos. Nunca nos creímos ni nos creeremos. Tenemos una responsabilidad y es que el fútbol peruano sea respetado. Tenemos los pies en la tierra, pero igual vamos a buscar seguir avanzando, eso está claro.

La alegría es abundante en este momento. En apenas dos años el equipo fue subcampeón del Perú y ahora está entre los 16 mejores de Sudamerica. Al inicio de la Copa nadie creía en Garcilaso. Las miradas apuntaban a lo que haría Cristal. Al final los papeles se invirtieron. El equipo por el que nadie apostaba un centavo terminó clasificado y el otro, por el que se apostó de todo, eliminado. Aun clasificados estoy seguro que nos seguirán dando con palo y pensando que fue suerte. A aquellos los invito a los entrenamientos y verán que esto es producto de puro trabajo.

Jhoel y sus compañeros no pudieron dormir. Acabó el partido, celebraron con mesura y luego al aeropuerto. A esta hora ya deben haber llegado a Lima. Y de frente al Cusco. Para abrazar a la familia y descansar. La otra familia, claro. La de sangre. Porque Garcilaso, según Jhoel, es otra familia. Un grupo que se mantiene fuerte. Un equipo que es líder el torneo peruano y deja el nombre del Perú en alto. Esto es parte de la humildad, el trabajo y de la familia formada gracias a una dirigencia seria y ambiciosa.

Apagó la luz de su habitación. Dejó caer su humanidad en el sillón para descansar apenas unos minutos. Jhoel se sintió clasificado. Cerró los ojos y pensó en el abrazo con sus hijos, su esposa. Jhoel dice adiós y espera su avión de regreso a Perú.