Marco Quilca León

Son cuatro fotografías publicadas. Tan poderosas que no necesitan mayor descripción y guardan detrás muchas historias sin contar. Una pequeña de más o menos nueve años sujeta un cartel que dice “Arriba AL” junto a un corazón grande de color rojo. Lleva puesta una camiseta de campeón 2021 tres tallas más grandes. A su lado su hermano menor, también con la blanquiazul puesta. Detrás está su papá cargando sobre su cuello a la menor de todos. Ellos, obviamente, también con el manto azul y blanco. La familia, así como cientos de hinchas, formó parte del histórico banderazo que recibió el equipo femenino aliancista -sí, leyó bien: equipo femenino- en su visita a Trujillo para enfrentar a Mannucci (empataron 1-1 por la Liga Femenina). La pequeña, así como tantas otras niñas que convencieron a sus papás para ir a ver a sus ídolas, llevó flores y a cambio recibió abrazos, autógrafos y sintió de cerca el anhelo de ser en unos años futbolista.

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Son cuatro fotografías que hace algunos años eran imposible de imaginar. Pero tan poderosas que guardan detrás muchas historias. Como la de Sandy Dorador, figura de este histórico Alianza. A los siete años ella estaba del otro lado. Por un momento, cuando el bus llegó al hotel donde iban a concentrar, se vio en una pequeña de doce años que había esquivado a decenas de hinchas para gritarle: “¡Quiero ser como tú!”.

“La verdad es que no nos esperábamos ese recibimiento. Sabíamos lo que podía pasar porque varios hinchas nos escribieron por redes sociales preguntándonos en qué hotel íbamos a estar, pero nunca imaginamos la magnitud. Había familias enteras, niñas que se acercaron con chocolates, galletas, rosas, globos, king kones… Súper bonito todo”, nos dice Dorador, quien no solo es la heroína de su único hijo, Uziel, ahora es de cientos de niñas en el Perú.

Fue la primera vez que Alianza Lima llevó su chapa de campeón al interior del país. Es la primera vez que el fútbol femenino les dice que no serán nunca más anónimas. “Sinceramente estábamos con la duda de si la gente nos iba a reconocer, pero nos recibieron con muchos obsequios. Ha sido un viaje de ensueño”, nos dice la capitana Alison Reyes antes de recordar aquellos viajes que hacía hace algunos años: “De repente me tocaba jugar un sábado, entonces viajábamos un viernes en la noche y llegábamos justo para el partido. Nadie sabía que estábamos yendo a cierta provincia, salvo nuestros familiares. Hoy nos reconocen en todo el Perú”.

El último fin de semana en las tribunas no solo estuvieron los familiares de las jugadoras, como solía ocurrir antes. A los de siempre se les sumó gran cantidad de hinchas que llenaron la tribuna occidente del estadio Mansiche. Por verlas jugar, por demostrar, más allá de quién los represente, son hinchas del club.

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“Lo que pasa es que Alianza Lima tiene una hinchada que, más allá de la cantidad, es muy fiel. Y no solamente para hacer barra sino también para aportar al club. Si Alianza saca a la venta una piedra que diga ‘AL’, los hinchas van a comprar hasta agotar el stock. Es así. Apoyan siempre. Al equipo masculino, femenino, vóley. Si hay un equipo de jackses, van a ir igual”, analiza desde afuera Marisella Joya, futbolista de la César Vallejo.

El cansado viaje en bus (nueve horas) pasó al olvido cuando la delegación blanquiazul pisó suelo trujillano. Los hinchas se organizaron para darles una plaquita por el título conseguido en 2021. Tuvieron un recibimiento de campeonas en medio de un viaje digno de una futbolista profesional. El club se encargó de eso.

“La Federación paga una determinada cantidad de cupos para el viaje, hospedaje y alimentación. De cada club depende si hace un gasto adicional. Nosotros lo hicimos para darles mejores condiciones a nuestras jugadoras: llegamos el viernes, descansaron, entrenaron sábado y jugaron domingo”, nos comentó Sisy Quiroz.

Con la hinchada alentando desde las tribunas de occidente y oriente, Alianza sacó un valioso empate ante Mannucci en su primer partido fuera de Lima. Las Íntimas se quedaron en el segundo lugar con diez puntos en cuatro partidos, uno menos que el puntero César Vallejo. De su viaje a Trujillo no solo se trajeron un punto, también se dieron cuenta que sus sueños se han cumplido, que han hecho historia y ahora son referentes de niñas que buscan escribir la suya.

“Fue como ese viaje de promoción tan esperado”

Las más de nueve horas en bus de Lima a Trujillo que realizó FC Killas para enfrentar a Atlético Trujillo en el Estadio El Porvenir se fueron entre risas y bromas. Pero también hubo momentos nostálgicos, de recuerdo. Anthuaneth Paico no pudo evitar recordar esos años viajando junto a su padre para verlo jugar en distintos torneos y la Copa Perú. Tampoco el “déjala, seguro a los 14 años se le pasa” que escuchó cuando confesó que amaba el fútbol por sobre todas las cosas.

La futbolista de 21 años, que esta temporada dejó la ‘U’ tras siete temporadas para pasar a Killas, vivió a su manera un viaje tan cansado como histórico. “Ir en bus siempre es complicado. Tuvimos pocas horas de descanso, creo que dormimos seis horas o menos antes de ir al partido”, dice. El cuadro limeño perdió 2-0 ante las trujillanas. Killas no es un club poderoso como Alianza y no puede solventar esos “gastos extras” para darle a sus futbolistas la comodidad total a todas sus futbolistas.

“En los días previos recuerdo que era emocionante porque, más allá de que conozcas o no la ciudad, de que juegues o estés en el banco, era el primer viaje que hacíamos como club. Saber que antes mirábamos por televisión cómo los equipos de hombres viajaban y ahora nos tocaba a nosotras, era como un sueño hecho realidad. Fue como ese viaje de promoción tan esperado”, confiesa.

Natal de Lima, pero con familia en Cajamarca, Anthuaneth espera con ansias el partido ante UTC. Esta vez el viaje será en avión -por distancia, FPF decidió que a Cajamarca los viajes sean en avión-. Una historia más por contar. Allá la esperan todos. “Cuando se enteraron que el campeonato iba a ser televisado y que en algún momento vamos a jugar allá, todos se emocionaron. Mi papá jugó Copa Perú, yo la Liga Femenina”.

Las horas de sacrificio. El levantarse a las 4 de la mañana para ir a entrenar, luego estudiar psicología y trabajar, y regresar a casa alrededor de la medianoche. Todo eso hoy está dando sus frutos. “No es por la fama, es porque estamos siendo tratadas como merecemos”.

Así como la de las jugadoras de Alianza Lima o Anthuaneth Paico de FC Killas, hay muchas más historias por contar en el fútbol femenino. Está, por ejemplo, el equipo de Ayacucho FC que rescataron un empate en su visita a Lima y de regreso a su ciudad celebraron al ritmo de huayno y zapateo. O como la de Milenka Cruzado, la portera de 16 años de Carlos Mannucci, que hoy ve cómo sus constantes sacrificios dan sus frutos.Los viajes son un poco cansados, pero soy muy feliz porque hago lo que amo, que es jugar al fútbol, y siempre con el apoyo de mis padres, nos dice la arquera que nació en El Porvenir de Trujillo, jugó en Alianza Lima y ha sido convocada a la selección peruana.

Mi sueño siempre fue llegar a ser una futbolista profesional y todo lo que estoy viviendo ahora es increíble. Lamentablemente no televisan nuestros partidos en provincia, pero igual espero que algún día se pueda dar”, señala Milenka. Esa alegría de vivir un mundo nuevo, uno en el que hacen lo que aman y, sobre todo, son reconocidas.