Jack Warner, exvicepresidente de la FIFA investigado por corrupción. (Foto: EFE)
Jack Warner, exvicepresidente de la FIFA investigado por corrupción. (Foto: EFE)
Pedro Ortiz Bisso

Hoy, en el estadio Augusto César Mendoza, Las Sabanas recibirá al ART Jalapa y después, en el Estadio Nacional, Managua enfrentará al Deportivo Ocotai. Ambos partidos son válidos por la jornada 14 de la Liga Primera de fútbol nicaragüense, una de las pocas que no se ha detenido a pesar del impacto del coronavirus.

Al momento de escribir estas líneas, el gobierno de Nicaragua señala que solo existen seis contagiados con el COVID-19 y un fallecido. Pero es difícil creer en la información oficial de un país donde no han cerrado escuelas, tiendas ni fronteras y a su presidente, Daniel Ortega, no se lo ve hace 25 días. Al menos los dirigentes de su liga de fútbol tuvieron el tino de programar sus encuentros a puertas cerradas.

El fútbol también se ha seguido jugando en Bielorrusia y en un puñado de países africanos. Lo que no ha detenido el virus son las investigaciones sobre el Fifagate, el mayor escándalo de corrupción sobre el mundo del balompié que fuera destapado hace 5 años. Según las nuevas revelaciones del Departamento de Justicia de Estados Unidos, dadas a conocer por el portal Buzzfeed, hubo pagos de sobornos para la elección de Rusia y Qatar como sedes de los Mundiales del 2018 y el 2022, respectivamente.

Entre los involucrados aparecen nombres conocidos: el trinitense Jack Warner, exvicepresidente de la FIFA, considerado como uno de los dirigentes más corruptos de la historia; Ricardo Teixeira, ex presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol; y los fallecidos Julio Grondona, eterno titular de la Asociación de Fútbol Argentino, y el paraguayo Nicolás Léoz, quien manejara el fútbol sudamericano por más de 25 años.

Nadie sabe cuándo volverá a jugarse al fútbol en las principales ligas del mundo, pero los especialistas estiman que cuando esto suceda los partidos serán a puertas cerradas o con aforos limitados. Esto podría provocar que la inversión económica disminuya, lo que traería consecuencias difíciles de explicar en estos momentos.

Lo que no debe cambiar es la persecución a los delincuentes de cuello blanco que usaron el más popular de los deportes para forrarse los bolsillos con jugarretas y otros enjuagues.

A propósito, ¿y en qué quedó la investigación sobre la reventa de entradas en la que estaba involucrado el señor Lozano?

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