Percy Rojas, futbolista ejemplo. (Foto: Jesús Saucedo)
Percy Rojas, futbolista ejemplo. (Foto: Jesús Saucedo)
/ Jesus Saucedo
Pedro Ortiz Bisso

Habían pasado casi cuatro años desde la última vez que Universitario celebró un triunfo sobre Alianza Lima. Existía, además, otro ingrediente especial: se jugaba la liguilla final y el ganador sería el máximo favorito para coronarse campeón del Torneo Descentralizado 1982.

El Nacional estaba repleto ese 9 de febrero de 1983. La ‘U’ se adelantó en el arranque del segundo tiempo con un penal que Germán Leguía cambió por gol, pero Guillermo La Rosa puso el empate pocos minutos después. La respuesta de la crema fue inmediata: Percy Rojas, que había vuelto de Bélgica para despedirse con la camiseta que le dio fama eterna, sacó un disparo desde fuera del área que superó la resistencia de ‘Caíco’ Gonzales Ganoza. El 2-1 no se movería. Universitario ganó el clásico, rompió con la maldición que lo perseguía y a la fecha siguiente se consagró campeón, después de ocho interminables años.

He recordado esta victoria porque Percy Rojas se encuentra delicado de salud. Aunque se hizo jugador con la crema sobre el pecho, el Trucha es un ídolo sin color de camisetas. Campeón de la Copa América, mundialista en Argentina y en España, ganó la Copa Libertadores con Independiente de Avellaneda en 1975 al lado de Ricardo Bochini.

En tiempos en que algunos jóvenes futbolistas creen que por un par de goles ya son dueños del mundo, Percy es un ganador sin aspavientos, un deportista sin mácula. Un crack con mayúsculas.

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