“Fernández pecó de confiado al salir a cortar un ataque boliviano y su penitencia fue enfrentar la desaprobación colectiva”. (Foto: USI)
“Fernández pecó de confiado al salir a cortar un ataque boliviano y su penitencia fue enfrentar la desaprobación colectiva”. (Foto: USI)
Pedro Canelo

Conversé con en el que podía haber sido su día más feliz. Era el mediodía del 3 de julio del 2011 en la cancha de entrenamiento del club Godoy Cruz de Mendoza, Argentina. No le habían dado la noticia oficial, pero toda la prensa peruana comentaba que iba a dar la sorpresa como arquero titular de la Blanquirroja en la Copa América de ese año. Lejos de ser el favorito para el puesto (Salomón Libman había atajado en casi todos los amistosos previos), Fernández creció en las preferencias del entonces técnico bicolor Sergio Markarián con muestras incansables de entrega al trabajo y a la corrección de sus errores. Aún casi nadie le decía ‘Superman’, su alegría por saber que taparía ante Uruguay lo exponía como el más sensible de los humanos.


“¿Ya sabes que arrancas, no?”, logré comentarle al paso. De la frase rápida que respondió lo que más recuerdo es un “no me digas eso todavía, no me la creo”. Tan fácil suena y tan difícil de aplicar. No creérsela. Después de esa Copa América, Raúl Fernández se ganó el puesto por todo el proceso de Markarián que incluyó las Eliminatorias para Brasil 2014. Siete años después, ‘Superman’ se tropezó con un camino de kriptonitas hasta verse obligado a comenzar de cero. Sin capa, sin posibilidad de volar alto, se enfrentó al aterrizaje más forzoso.


Hay muchas lecciones que uno puede tomar nota de casos como los de Fernández luego de su grosero error en el encuentro ante Oriente Petrolero por la Copa Libertadores. Primero, la más honesta y solidaria es entender que el puesto de golero es quizá el más difícil dentro del fútbol. En su crónica “El último hombre muere primero” –título que también aplica para esta columna– sobre el suicidio del arquero alemán Robert Enke, el narrador mexicano Juan Villoro escribió: “Cada posición futbolística determina una psicología. El portero es el hombre amenazado. En ningún otro oficio la paranoia resulta tan útil. El número 1 es un profesional del recelo y la desconfianza: en todo momento el balón puede avanzar en su contra”. Fernández, lo reconoció a RPP ayer, pecó de confiado al salir a cortar un ataque boliviano y su penitencia fue enfrentar la desaprobación colectiva.


La otra conclusión, propia de estos tiempos de redes sociales con peleas y enemigos gratuitos, es que si vas a entrar a las polémicas debes hacerte cargo cuando te ha tocado caer. No picarte, no victimizarte. Raúl Fernández se burló alguna vez de un título de la Copa del Inca obtenido por Alianza Lima y hasta grabó un video de apoyo para el colectivo “Con mis hijos no te metas”. Tomó partido en dos escenarios muy sensibles: el hinchaje futbolero y el debate por la igualdad de género. Eso, en el análisis del mundo virtual, es ponerse en el paredón para cuando te toca ser culpable. Esos disparos, después de su salida en falso en el Monumental, tampoco los pudo atajar.


A los fanáticos de Universitario les tocará tener más paciencia y cabeza fría en un campeonato difícil con un plantel corto. Para Raúl Fernández, hubo en las últimas noches más sentencias que memes. A aquel golero que fue un indiscutible de la selección hace cinco años quizá le toque la hora del perfil bajo para atrapar el difícil balón de la redención.

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