Marco Quilca León

Tiene ocho años más o menos y quizá sea la primera vez que llega a un estadio. El reloj marca la 1 de la tarde del Sábado de Gloria y la entrada al Monumental de Ate vive un ambiente de ceremonia. Entrada, DNI y carnet de vacunación en mano, los hinchas cremas van pasando a su templo. Brilla el sol y esta pequeña, protegida por un curioso sombrero, espera con ansias ingresar mientras se siente segura estando bajo el calor de sus padres. Tomada de sus manos va hacia la tribuna Occidente donde se cumplirán sus sueños, donde conocerá a su primer amor. Hoy llega como aficionada, quién sabe si, dentro de unos años, volverá al Monumental pero como futbolista. De lo que sí estamos seguros es que no será su última vez.