"Vargas en modo Calichín", por Mario Fernández
"Vargas en modo Calichín", por Mario Fernández
Mario Fernández

Empezaré diciendo que está bien. Que antes que la inactividad de tu cuarto, es mejor la acción de los gimnasios. Y que antes de verlo en los rumores con Tilsa es siempre mejor mirarlo trotando con Cantoro, con el Puma, en la ‘U’.  Pero digamos una verdad aunque duela. Su vuelta no es un regreso glorioso a Lima tras un ultraexitoso paso europeo. Su vuelta es, si me permiten, el regreso casi obligado de un pelotero ajetreado después de una inactividad que amenazaba con liquidarlo. Ningún club internacional se lo peleaba. Ningún mercado clamaba por verlo. Era la ‘U’ o casi nada.
 
No regresa, por lo tanto, un crack en esplendor, sino un limeño de 33 años que lucha por volver a ser el de los videos de Youtube. El Vargas de antes era un top de su liga. El de ahora es un jugador agitado que se esfuerza por llegar a su peso. El Vargas de antes era un titular seguro de cualquier campeonato europeo. El de ahora tiene todavía que ver si posee nivel para sentar a Vásquez (si es lateral) o a Gómez (si es extremo). El Vargas de antes logró sacarle todas las oportunidades a Markarián. El de ahora agotó hasta la paciencia de Gareca. Dependerá del propio Juan saber cómo toma su paso por la 'U'. Si lo interpreta como una jubilación pagada en la casita de los viejos [Ate], tal vez ni tengamos un Loco light  sino a un volante claramente trotón que solo aporte lecciones cada vez que meta un zurdazo.
 
Si, en cambio, Vargas asume esta vuelva a Perú como un trampolín para regresar a la selección (y al extranjero), lo más probable es que aparezca un 'Loco' más delgado, menos nocturno, más comprometido, menos ligado a Amor Amor Amor y más habitual de Fútbol en América. ¿Qué resolverá? No lo sabe nadie. ¿Qué versión llegará? Imposible revelarlo. Hablamos de un tipo talentoso pero impredecible, capaz pero disperso; un reflejo exacto de lo que es el futbolista peruano, una copia robusta del Calichín de Miyashiro, solo que occidental y todavía más bullero.
 
En resumen, querido lector, ante sus ojos está el futuro líder de un equipo. O un joven jubilado. El tiempo (y propio Juan, claro) resolverá finalmente qué es.

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