El 27 de octubre de 1996 el Sporting Cristal de Sergio Markarián se coronó tricampeón del fútbol peruano luego de empatar 1-1 ante el Universitario de Deportes del finado entrenador Eduardo Luján Manera. Aquel partido terminó en bronca entre jugadores debido a una polémica actuación del árbitro Jorge Torres. Fueron expulsados José Carranza, Paolo Maldonado y Ñol Solano, pero el fallecido Julio César Balerio tuvo algo más que una actuación destacada.

Juan Carlos Oblitas, por ese entonces entrenador de la selección peruana, recordó una anécdota de aquel choque que pinta de cuerpo entero al ‘Viejo’ Balerio. “El partido terminó en una bronca tremenda. Como Balerio era uno de los referentes de la selección peruana, se encargó de calmar a los jugadores de ambos equipos ya que la ‘U’ y Cristal aportaban muchos futbolistas al seleccionado”, refirió el ‘Ciego’ en Depor.pe.

“Se preocupó un montón por el bienestar del grupo. Incluso le mandó una carta a la federación (FPF) diciendo que Paolo Maldonado [rival de Cristal] no tuvo nada que ver en el problema. Así era Balerio, un gran líder que pensaba mucho en la estabilidad grupal”, indicó.

En aquel encuentro Sporting Cristal formó con: Julio Balerio; Miguel Rebosio, Pedro Garay, Marcelo Asteggiano; Erick Torres, Martín Hidalgo (cambio: Alex Magallanes), Jorge Soto, Nolberto Solano, Roberto Palacios; Julinho y Gerson Lente (cambio: Julio Rivera).

Universitario alineó así: Oscar Ibañez; Alessandro Morán, Álvaro Barco, José Espinoza, Giuliano Portilla; José Carranza, Jean Ferrari, Paolo Maldonado, Roberto Martínez; Adrián Czornomaz (cambio: Luis Guadalupe), Freddy Torrealba.

Juan Carlos Oblitas expresó su pesar por el deceso de Balerio. “Me enteré de la muerte de Julio César a través de la webs. Lamentablemente fumaba mucho y a veces yo entraba a la concentración de la selección para cuidarlo para que no abuse del cigarro. Fue uno de los mejores arqueros que dirigí porque siempre estudiaba a sus rivales. Muchos de los penales que tapó, los atajó porque tenía identificado a los que ejecutaban. Que Dios lo tenga en su gloria”, concluyó Oblitas.