PAMELA LOLI SOTO

Tengo 35 años. Soy entrenador personal y también un apasionado del fútbol americano. Hoy soy el mariscal de campo del club Dire Wolves, el primero en nuestro país en ser inscrito en Registros Públicos. Somos alrededor de 30 jóvenes y adultos que buscamos difundir y promover este deporte. ¿Un defecto? Soy muy paciente. ¿Una virtud? La perseverancia. Puedes buscar más información sobre nosotros en Facebook: Dire Wolves – American Football Club Official.

La historia de los Dire Wolves se remonta al 2010. Todo empezó cuando un grupo de jóvenes aficionados al fútbol americano iniciaron una convocatoria a través de las redes sociales. Uno a uno fueron llegando: chicos y chicas. Al inicio no jugaban con cascos y hombreras, sino con un cinturón de banderines: el flag football, como se le conoce en Estados Unidos. Primero practicaron en parques, pero pronto buscaron otro destino gracias a la incesante persecución de Serenazgo.

— ¿Qué hicieron? Nos recomendaron ir a Surco y ahí estuvimos cerca de los chicos que juegan quidditch. Pero, como el terreno era irregular, buscamos otros lugares hasta que llegamos a la cancha del Estadio Chipoco [Barranco].

Para el 2012 fundamos el club y lo inscribimos en Registros Públicos.

— ¿Por qué se llama Dire Wolves? Mayormente se usan nombres de animales. Nosotros elegimos al lobo porque somos una manada, siempre va junta y es más agresiva. El ‘dire wolf’ es una especie de lobo fuerte, una raza especial y dominante.

— ¿De dónde vienen los fanáticos del fútbol americano en Lima? De Chosica, Lurín, de todo Lima. Hay gente que llegó del exterior y nos ayudó bastante.

— ¿Cuáles son los beneficios? Hay muchos. El que juega fútbol americano está mejor desarrollado para aprender otros deportes. Se requiere demasiado ejercicio físico y, por el lado intelectual, el trabajo grupal y la unión hacen que seas tan hábil con las piernas como con la mente. Yo, como mariscal, tengo que estar al tanto de una visión corta a los jugadores y no es fácil jugar con casco.

— ¿Tienen apoyo de alguna institución oficial? Hemos logrado un convenio con los Burros Blancos del Instituto Politécnico Nacional (IPN), de la liga de mayores de México. Ellos nos permiten ir a sus instalaciones y nos capacitan sin costo alguno. Estamos haciendo acondicionamientos para que un buen grupo pueda ir, y buscar gente que pueda ayudarnos a agilizar o facilitar las cosas para llegar allá.

— Este juego se resume básicamente en estrategia y disciplina. ¿Es difícil adecuarse a ello? Los que llegan saben que es un deporte de orden y disciplina, y es lo que siempre se va a buscar. Les hacemos entender que, para que jueguen, todo es una unidad, y si uno falla, falla todo. Nunca hemos tenido problema con nadie, y si lo tuviéramos, invitaríamos a que solo nos miren, porque nos estancan.

— En ese sentido, el fútbol americano está guiado por códigos y gestos. ¿Cómo es la comunicación en el campo? Le damos un código a la jugada, como Águila 1 o Cóndor 3. Decimos la clave de acuerdo a los jugadores que estén en esa ruta. A veces hacemos gestos manuales, una palmadita o un movimiento de pie. Los de la defensiva no entienden nuestra jugada. Ellos intentan leerla, pero nuestra intención es no dejarles.

— En las ligas profesionales hay diversos tipos de jugadores por posición en el campo Claro, los más pesados vienen a ser la línea defensiva, quienes protegen al mariscal. Los corredores van a los lados con una ruta establecida, al igual que los running backs, con corridas más cortas. En la defensiva varían posiciones. Los más pequeños y ligeros son los que reciben la pelota.

— ¿Cuál es el proceso de adaptación para los implementos oficiales? Los traemos desde hace dos o tres meses. Alguien va fuera del país y los trae. Este material es de protección. Acondicionamos a los jugadores antes de que usen los cascos. Los que ya los tienen son gente con más de un año en el juego. Los ‘shoulderpads’ son la protección de los hombros y clavículas, para que, cuando recibas un impacto, no te lesiones.

— Mucha gente ve este juego como violento. ¿Qué les dirías? Que no tengan miedo. Aquí aprenden a perder el miedo. Hubo gente muy tímida y han logrado mejorar su autoestima, su confianza. Gente que trabaja bajo presión, al igual que nosotros que jugamos bajo presión, ha aprendido a desenvolverse en sus trabajos de mejor manera.

— ¿Alguna vez has jugado fútbol convencional? No. Siempre me ha gustado el fútbol americano. Cuando me hablan de fútbol, yo pienso en el juego de la pelota ovalada. Cuando era pequeño, le pregunté a mi padre dónde se jugaba y me dijo: “En Perú no” [risas].

— Pero debes de haber visto alguno de los partidos de las Eliminatorias Hace mucho tiempo perdí la fe en ellos [risas]. Tengo amigos, personas a las que entreno, y yo normal, cumplo mi misión. No discuto con ellos ni con lo que hagan. Simplemente, si tuvieron mala suerte, mucha coincidencia.

— ¿Nunca te han dicho ‘vamos a pelotear’? La verdad que cuando era pequeño me llamaba la atención más el básquet y el fútbol americano No era mucho de fútbol. He jugado en el barrio, pero ahí nomás.