Leclerc ganó la Pole en Monza, pero la amenaza de Verstappen está presente. (Foto: AFP)
Leclerc ganó la Pole en Monza, pero la amenaza de Verstappen está presente. (Foto: AFP)
/ MIGUEL MEDINA
Daniel San Román

Cuando inició la temporada de la , demostró un golpe de autoridad que pocos esperaban. La victoria contundente de en Bahréin, mientras Verstappen abandonaba, y la posterior segunda ubicación en Arabia Saudí, dio la sensación que Ferrari tenía monoplaza y piloto para ser considerados candidatos. Dos fechas y la pasión azzurra volvió a escucharse en el mundo. Luego vendría la segunda victoria de Leclerc en Australia y simplemente el mundo implosionó. Y cuando se esperaba que el piloto monegasco tome el traje de protagonista empezaron los errores de estrategia, los furcios de pilotaje, los problemas mecánicos y la maldita mala suerte.

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El gran problema de Ferrari se inició cuando la escudería comenzó, desde el GP de Francia, a instalar mejoras en el monoplaza. “La ventana de trabajo no es tan grande como solía ser. Dejamos que se redujera un poco, lo que limita nuestra configuración”, ha dicho Binotto por estos días que el monoplaza no posee la misma letalidad de las primeras fechas en los giros de competencia.

Así la escudería escarlata le va muy bien en las clasificaciones, pero cuando tiene que enfrentar el ritmo de carrera simplemente todo se desmorona de la mano de unos neumáticos que se degradan con mayor facilidad en sus aros. Es evidente que la escudería en la búsqueda de tener mayor carga aerodinámica le ha restado fiabilidad y casi inmanejable. Un vehículo que sin lugar a dudas tiene el motor más potente pero menos confiable de la grilla.

Estos problemas de los cavalinhos rampantes se dan cuando Red Bull ha logrado que su monoplaza hoy tenga más velocidad final y carga de aerodinámica que al inicio de la temporada. Verstappen por estas horas no solamente domina porque es el mejor sino porque su auto ha evolucionado muchísimo mientras el de su rival directo simplemente empeoró. Si a esto le sumamos los errores de estrategia, las paradas innecesarias y los episodios ridículos de boxes, el bicampeonato de Max es inminente.

Hoy se larga en la italianísima Monza, un circuito que siempre ha premiado a los autos rápidos. Característica que justamente los autos locales carecen. Hace una semana quedó en claro que Ferrari no tiene con qué atacar a Red Bull y que le queda poco para seguir aguantando los embates de Mercedes.

Les va mal con los compuestos blandos, medios y duros y sufren en los circuitos rápidos y en los lentos. Han dejado en claro que lo pase en la jornada de clasificación es anecdótico y que si bien liderando siempre existe la posibilidad que una detención en boxes arruine el esfuerzo. Hoy puede ser una jornada masoquista más para los aficionados italianos o un domingo de resurrección. Puede ser el primer paso de la recuperación o el último clavo del cajón.

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