Los Miami Heat conquistaron el tercer anillo de campeón de la NBA de su historia y el segundo consecutivo al vencer por 95-88 a San Antonio Spurs en el séptimo y definitivo partido de la final, dominada por un espectacular LeBron James.
La estrella de los Heat, Jugador Más Valioso (MVP) de la temporada regular y de la final, concluyó con 37 puntos y 12 rebotes. No solo eso, sino que ofreció una colosal sensación de dominio durante todo el partido.
Junto a él estuvieron Dwyane Wade (22 puntos) y, más sorprendente, Shane Battier (18 tantos, con seis triples en ocho intentos). Y detrás, en las gradas, la hinchada de Miami, exultante.
Los Spurs contaron con Tim Duncan como su mejor jugador gracias a sus 24 puntos y 12 rebotes, mientras Manu Ginóbili completó 18 tantos, aunque perdió cuatro balones, y Kawhi Leonard destacó con 19 puntos y 16 rebotes. Pero echaron de menos una mejor actuación de Tony Parker, quien apenas aportó 10 puntos con una serie de tres canastas en 12 intentos.
Fue un partido de nuevo emotivo y los Heat vencieron porque James volvió a demostrar que no tiene rival en estos momentos. En plena época de madurez, aportó decisiones casi siempre correctas y puntos grandiosos en los instantes en los que el balón quema. Por eso le llaman El Rey.
INCIDENTES DEL PARTIDO El partido comenzó con unos Spurs más seguros y dominantes. A cambio, los Heat mostraron muchos nervios en el inicio, abusando de los lanzamientos interiores y errando casi todos. Por eso, los Spurs no tardaron en situarse con ventaja 11-4.
Pero Parker se fue a descansar al banquillo y los Spurs se descontrolaron. Las entradas en cancha de Battier y Chris Andersen inflamaron a los Heat, que terminaron el primer cuarto con ventaja 18-16.
El equipo de Miami amplió su ventaja a 21-16 al comienzo del segundo cuarto con un nuevo triple de Battier, el tercero de su cuenta hasta el momento, aunque los Spurs minimizaron daños con el regreso a la actividad de Parker (10 tantos al descanso).
En una primera parte marcada por el dominio de las defensas sobre los ataques, destacó Wade en sus minutos finales. Se marchó al descanso con 14 puntos, incluyendo la canasta final con la que concluyó el segundo cuarto y que dio ventaja 46-44 a los Heat. Para entonces, James era el mejor anotador del partido, con 15 puntos, y Tim Duncan llevaba 13 tantos para los Spurs.
Gregg Popovich, el técnico de los Spurs, tenía trabajo por delante, pues su equipo se fue al descanso con apenas un pobre 35 por ciento de acierto en los lanzamientos. A cambio, los Heat cometieron ocho pérdidas de balón, lo que ayudó a explicar la igualdad en el marcador. Era un partido dominado por los nervios, salvo los destellos de las estrellas de siempre.
El tercer cuarto tuvo un claro resumen: James contra los Spurs. La gran estrella de los Heat anotó la mitad de los puntos de su equipo en este periodo (13 de 26), mientras que los Spurs contaron con más equilibrio en su ataque.
FINAL DE INFARTO El penúltimo cuarto concluyó con un triple desesperado y afortunado de Mario Chalmers a tabla que mantuvo la ventaja local de dos puntos (72-71). Toda una temporada se jugaba en 12 minutos finales y con una tensión casi irrespirable.
Pero nadie sufrió más que los Spurs, con varios jugadores paralizados (Danny Green, Gary Neal), con Parker extrañamente ofuscado y con Ginóbili perdiendo balones. Los Heat habían encontrado la forma de cerrar los caminos hacia Duncan.
James, imperial en el lanzamiento exterior, puso a los Heat con ventaja 83-77 a 5:37 del final con un tiro desde seis metros que hizo inútil el esfuerzo de Duncan. El anillo se acercaba a los dedos de los Heat.
Duncan ofreció toda la resistencia posible para alguien de 37 años, pero le faltó ayuda de sus compañeros. El título se quedó en Miami porque así lo quiso James con un lanzamiento de campeón a 27,9 segundos del final, un robo de balón y dos tiros libres definitivos. James reina y con él los Heat.